Durante el verano siempre le ha gustado ayudar en campamentos, colonias y dar apoyo en clases de refuerzo. Aunque estudia una materia completamente diferente, Lucía Gamisel siempre ha estado rodeada de niños y niñas. Desde siempre le ha gustado cuidar a los pequeños de su barrio. Ahora, Lucía da clases de apoyo a los que acuden cada mañana de julio a las Colonias Urbanas en Cáritas Barbastro. Ahí reciben refuerzos, ayuda y, además, realizan actividades con una temática semanal.
Desde el 5 hasta el 29 de julio, en la sede de Barbastro, ofrecen formación a niños y niñas de entre 6 a 12 años teniendo en cuenta su situación personal, social y cultural. Acompañan y apoyan el proceso de aprendizaje. “Dividimos la mañana en dos. Por ejemplo, hay niños de cinco años que necesitan refuerzo para aprender a leer y escribir, y otros más mayores necesitan mejorar las tablas de multiplicar. Y después las actividades temáticas”, indica Gamisel. El programa engloba desde talleres y visitas a lugares de interés, hasta teatros, festivales de música y deportes de interior y exterior.
Refuerzo y diversión
El objetivo es acompañar individualmente en el apoyo didáctico, fomentar la adquisición de técnicas de estudio y reforzar el contacto con las familias. A día de hoy, ocupan dos aulas; una de 13 y otra de 12 niños. Esta semana, como actividad, los alumnos fueron al parque de La Mina e hicieron un circuito con varias pruebas. “Hay otros días que ellos mismos se inventan los juegos, cantamos canciones o vemos películas que tengan que ver con el tema de la semana”, añade.
Señala que preparan las actividades con valores humanos y de convivencia, por ejemplo les enseñan a reciclar, “para que no se quede en un juego y ya porque para jugar lo pueden hacer en su casa”. “A los niños y niñas les encanta. Ellos mismos te piden más. Quieren pasar todo el día y toda la semana con nosotras pero, por desgracia, no se puede”, indica la barbastrense.
Una gran responsabilidad
Tanta es la vocación de Lucía por los niños y niñas que está de voluntaria en Cáritas Barbastro. No obstante, tiene pendiente la parte práctica del curso de monitora de tiempo libre para ir a campamentos o colonias. “Lo hago porque me gusta. Estudio diseño de interiores y no tiene nada que ver, pero es que siempre me han gustado los campamentos y los niños. Me parece algo muy bonito y ahora es muy necesario”, explica.
Para Lucía es “una gran responsabilidad que al principio asusta un poco”, porque se trata de dar confianza a los alumnos y alumnas de cara al curso que viene. “Lo que me encanta es que yo les doy pero ellos siempre me dan más. Les intentas ofrecer nuevos conocimientos o ayuda y ellos te lo devuelven casi sin saberlo. Siempre me vuelvo a casa con una sonrisa y llena de dibujos que me hacen. Es algo muy recíproco y quedo muy satisfecha“, explica.
Por último, la joven bromea valorando el trabajo de los que se dedican plenamente a la educación de los más pequeños. “Admiro a la gente que estudia magisterio porque todos los días tiene que estar pendiente de lo que hacen los niños y niñas. Yo me agobiaría. Hago esto porque sé que es un mes o dos pero valoro mucho el trabajo que hacen los profesores. Sería la única pega porque el resto de cosas buenas te lo compensa“, concluye.