Los aforos restringidos son algo más que una herramienta para luchar contra el covid en esta pandemia. Se trata de un recurso que se utiliza desde hace tiempo para controlar el número de personas que entra de vez en parajes naturales de la provincia de Huesca, buscando protegerlos de la masificación y sus consecuencias.
Uno de los ejemplos más recientes es el Salto de Bierge. Una cascada sobre la presa de la central, con una badina en la parte de abajo que se encuentra en el recorrido de barranquistas. La espectacularidad del lugar corrió de boca en boca hasta el punto de que en el verano de 2017 comenzó la regulación para la temporada estival. “Vamos a pasar de algo que era un espectáculo lamentable a algo ejemplar”, decía el consejero de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Gobierno de Aragón.
En 2016 se tomaron imágenes de cómo de mil a dos mil personas ocupaban este enclave del río Alcanadre durante un solo día; llegaban en autobuses y los coches particulares se acumulaban en los arcenes de la carretera
Las instituciones se pusieron manos a la obra y, en 2017, llegó pues la regulación durante el verano: un aforo limitado a 250 personas al día, con un horario y una entrada establecidos, tanto para turistas en general como para los grupos que realizan actividades con empresas de turismo activo. El Ayuntamiento de Bierge dispone de una ordenanza para regular las tasas de acceso.
Autobuses en Ordesa
Pionero en la regulación de acceso fue el Parque Nacional de Ordesa y Monteperdido. Durante la temporada alta, está prohibido el acceso en vehículo propio hasta la conocida Pradera de Ordesa desde Torla. Para ello, un aparcamiento junto al Centro de visitantes de esta localidad sobrarbense permite a los visitantes dejar ahí su coche y tomar un autobús de ida y vuelta. El Parque ha establecido su aforo en 1.800 personas y, de esta manera, controlan el acceso a un espacio natural protegido. Cada año, publicitan los horarios y precios en la página web del Parque Nacional: www.ordesa.net.