Este es el lema con el que el papa Francisco nos invita a vivir nuestro camino hacia la Pascua. Nos ofrece tres consejos prácticos:
- Siémbrate de verdad y belleza
La Cuaresma es la oportunidad, el tiempo de gracia, que Dios te ofrece para «sembrarte» de verdad y belleza frente a la avidez y la soberbia, el deseo de tener, de acumular o de consumir que la sociedad nos ofrece.
Es un tiempo de preparación para celebrar la fiesta central de nuestra fe: la muerte y resurrección de Jesucristo. «Sembrarse» es participar de la magnanimidad de Dios y liberarse de las estrechas lógicas del beneficio personal. Da a nuestros actos el don de la gratuidad y nos introduce en el horizonte de los designios de Dios. - No te canses de hacer el bien
Frente a la angustia y preocupación que todos sentimos por esta guerra absurda; frente a la preocupación por tantos retos inconclusos; frente al desaliento por nuestras miserias y pobrezas… necesitamos a Dios. No podemos encerrarnos en nuestro egoísmo o refugiarnos en la indiferencia. Necesitamos rezar para extirpar el mal de nuestra vida y hacer bien al prójimo. Necesitamos fortalecer nuestro espíritu y poder luchar con firmeza contra el pecado. Necesitamos pedirnos perdón. Restablecer una comunicación humana real, no virtual. Necesitamos visitar a quien se encuentra solo. Hacer el bien a todos, tomándonos tiempo para amar a los más indefensos, a los abandonados y despreciados, a quienes son discriminados o marginados. - Cosecha la eternidad
Si caes, tiende tu mano al Padre para que vuelva a levantarte. Si te encontraras perdido, engañado o confundido por las seducciones del maligno, no tardes en regresar casa. Él te está esperando. No te canses de sembrar el bien. El ayuno prepara el terreno, la oración lo riega, la caridad lo fecunda. Y, ten por seguro, que con esta siembra cosecharás la eternidad.
Que la Virgen María nos obtenga el don de la paciencia y permanezca a nuestro lado para que este tiempo de conversión nos ofrezca frutos de salvación eterna.