Hoy, 25 de marzo, recordando desde la fe de la Iglesia que Dios se hizo hombre y nació, se celebra la Jornada por la Vida con el lema ‘Acoger y cuidar la vida, don de Dios’. Decir “sí” a la vida, desde su concepción hasta su muerte natural, es el primer principio y el primer derecho que hay que respetar y salvaguardar.
La vida es siempre un don de Dios y se nos da para que la llevemos a su plenitud en el amor de cada día. Se nos pide acoger, cuidar y custodiar cada vida humana, y especialmente la que pueda ser más débil y necesitada, y esto es un signo de humanidad.
Por esto mismo, lo contrario es inhumano. Y lo sigue siendo aunque se disfracen con elementos jurídicos, económicos o emotivos.
También en este tema es necesaria una educación sana y coherente con la verdad de cara a las jóvenes generaciones. Los jóvenes han de ser educados para que conozcan y comprendan la verdad del hombre, creado por Dios, llamado a amar y ser amado en plenitud.
Es necesaria para esta educación una adecuada reflexión sobre la madurez psicológica de los afectos, de la sexualidad, y de las emociones, que hoy están motivando muchos comportamientos sin más preparación que la del propio sentir y sin tener en cuenta normas morales o simplemente normas de convivencia respetuosa y de justicia. El desorden en todo esto, que acaba siendo una falta de respeto a la vida, perjudica a todos.
Hay campañas, muy bien preparadas, que quieren silenciar el derecho a la vida y defienden, aunque esto sea en sí mismo una tragedia, “la cultura de la muerte” y del miedo al futuro. Nos parecen campañas sin esperanza las campañas abortistas o las de ideología de género, por citar algunas, y ajenas al amor verdadero. Son ideologías, a nuestro juicio, que quieren controlarlo todo usando la palabra libertad.
Nosotros, desde nuestro humanismo cristiano, creemos en el valor de toda vida y no nos cansaremos de defenderla aunque esté seriamente amenazada. Queremos ser defensores vigilantes de la vida de frente a cualquier negación de la misma.