La Semana Santa de Belver de Cinca es “referente” en la comarca del Bajo Cinca. Y la Cofradía de los Alabarderos del Santo Sepulcro tiene buena culpa de ello. Organiza y coordina las procesiones y mantiene en buen estado los pasos. Hace más de 400 que se fundó y su presidente, Miguel Ángel Montagut, asegura que fue por dos razones.
“La primera era por acompañar al Santo Sepulcro en la procesión del Viernes Santo. Y la segunda es que realizaban una labor social. Consistía en visitar a los enfermos, limpiaban el cementerio y auxiliaban en los entierros. No sé si económicamente o solo era una labor de acompañar a la familia, eso decía la crónica”, explica.
DATO
400años tiene la Cofradía de los Alabarderos de Belver de Cinca, que organiza la Semana Santa del pueblo
Esta Cofradía quedó “bajo mínimos” en la Guerra de la Independencia Española y en 1936 desapareció el archivo de la agrupación. “Hace muchos años, varias personas intentaron que resurgiera otra vez. Cuando yo entré hace cuarenta años empezamos a moverlo y nos encargamos del diseño de 35 trajes”, apunta Montagut. Elaboraron “algo intermedio” entre la vestimenta de los romanos y la del alabardero tradicional. “A base de luchar y trabajar hemos conseguido una Semana Santa muy digna. A parte de la de Barbastro y Huesca, la nuestra en el Bajo Cinca es un referente”, subraya el presidente.
Las procesiones
En Belver de Cinca solo hay dos procesiones: la del Domingo de Ramos tras la bendición de Ramos y Palmas, y la del Santo Entierro el Viernes Santo a las 22’30 horas. Esta última, sin duda, es un momento que hace “encoger el corazón”. “El sonido de las lanzas golpear el suelo, los redobles del tambor o las cadenas de los penitentes. Son sonidos muy característicos de nuestra Semana Santa. Durante la pandemia grabaron estos sonidos y los ponían por los megáfonos. La gente se asomaba a los balcones para escucharlos. Fue algo emotivo”, asegura Montagut.
Indica que ahora los vecinos “están más lanzados”. “En nuestra Cofradía unos salen por devoción, otros por tradición y orgullo, y otros porque en casa siempre se ha hecho lo mismo”, añade. En los Alabarderos hay cofrades que entran con 15 años y desde ese momento se les enseña “como formar y como desfilar”. “Tratamos de luchar al máximo para mantener esta celebración tan nuestra. La pena es que se nota que cada año hay menos gente. Vienen muchos turistas y gente que ha vivido en Belver solo para verla”, concluye.