El Sommos UD Barbastro llega a la última jornada dependiendo de sí mismo para quedar noveno clasificado; una plaza que podría dar la salvación en Tercera RFEF. El conjunto rojiblanco sumó un punto en su visita a Cuarte. Los locales se jugaban su presencia en el playoff de ascenso a 2ªRFEF y, aunque no lo logró ayer de manera matemática, depende también de sí mismo para cerrarlo este próximo domingo.
En lo que concierne al Barbastro, sumó un empate que al final acabó sabiendo a muy poco. Un doblete de Rafinha antes del descanso encarriló el encuentro para los barbastrenses. En el segundo acto, Leciñena primero y Valdés después, empataron la contienda.
El entrenador rojiblanco Josete Tomás aseveraba al finalizar que completaron “una grandísima primera parte, creo que una de las mejores de la temporada” e incluso pudieron “hacer algún gol más”. La actuación del meta local Buetas impidió que el Cuarte se fuera al descanso con una renta mucho más desfavorable.
Fue un choque bronco donde se vieron 11 tarjetas amarillas; seis para el Cuarte y cinco para el Barbastro, pero con un ambiente de diez en las gradas. Un buen número de aficionados presenciaron en directo el partido desde El Municipal de Cuarte.
“Estuvimos muy bien plantados pero hicimos un despliegue físico muy grande. En la segunda parte ellos se fueron para arriba, perdimos un poco el centro del campo y nos costó llegar a la presión. El primer gol de ellos llegó en un error en nuestra salida de balón”, lamentaba Tomás.
El Barbastro movió el banquillo para coger aire sobre el verde. Rafinha tuvo en sus botas el tercero pero el hat-trick se fue al limbo por la gran actuación de un defensor local. “Fue una pena que, después de haber trabajado tanto, en una falta donde nos expulsan a Franki, nos quedamos con diez y justo después nos hacen el dos a dos”, explicaba el entrenador.
Perso, Elbaile y Abizanda arrastraron un proceso febril durante la semana. Elbaile se quedó fuera de la citación mientras que Perso y Abizanda tuvieron protagonismo en el segundo acto.
El sabor es amargo porque, aunque es positivo sumar lejos de casa –y más en ante un equipo que ocupa puestos de playoff–, siempre duele dejar escapar algo que se tenía agarrado casi con las dos manos.