La convocatoria, finalmente desconvocada, de la visita de la consejera de Sanidad a la sede de la Comarca del Somontano para presentar el proyecto del Centro de Salud de Barbastro ha causado no poco revuelo esta semana.
El equipo de Gobierno municipal, que se enteró de la visita por la prensa, ha pedido explicaciones al Gobierno de Aragón y ha requerido a Sira Repollés que, antes de pasar por la Comarca, ponga el pie en el Ayuntamiento de Barbastro al que, por cierto, contestó con evasivas cuando este le ofreciera adelantar los fondos necesarios para agilizar la construcción del nuevo ambulatorio.
Por el momento, y salvo que la visita de la consejera venga acompañada del plan de inversión plurianual que se anunció en marzo, las obras cuentan en 2022 con una exigua partida de 250.000 euros. Es más o menos la mitad de lo que costaría derribar el antiguo colegio Pedro I, como primer paso de una infraestructura cuyo presupuesto supera los siete millones de euros y cuenta con el terreno cedido por el Ayuntamiento de Barbastro, en acuerdo plenario unánime, hace ya cuatro años.
En abril, la Comisión de Sanidad de las Cortes de Aragón instó al Ejecutivo regional a licitar las obras antes de que finalice el actual periodo de sesiones (¿?). Hoy, 3 de junio, el Ayuntamiento de Barbastro asegura que nada impide al Gobierno de Aragón cumplir ese mandato; el proyecto fue aprobado en 2019 y su licitación es independiente del permiso de obras.
Mientras tanto, bajo este trampantojo de declaraciones y convocatorias, el Centro de Salud de Barbastro sigue siendo el más viejo y con peores condiciones para los profesionales y usuarios. Las largas filas de espera en el angosto vestíbulo, las salas de espera a rebosar, las consultas desperdigadas en diferentes inmuebles o la imposibilidad física de aumentar la cartera de servicios son, por el momento, la única realidad.