Hay fiestas especiales. La del día 19 de junio lo es. No sólo porque vuelve a la llamada normalidad la fiesta del Corpus, con su procesión, sino porque, en sí misma, la Eucaristía, y la Caridad que le es consustancial, es una fiesta especial, como dos fiestas en una, que nos hace pensar en ayudar a los demás.
El día del Corpus, fiesta de la Eucaristía, es también el Día de la Caridad y hemos de ayudar a Cáritas para que pueda seguir ayudando a los demás. En los tiempos cambiantes de hoy son siempre más los rostros de los pobres y las situaciones están siendo muy complejas.
El camino de la caridad es el camino de los últimos. No es posible vivir la caridad como no se empiece por los más frágiles e indefensos. Si no se entra con el corazón en el mundo de la pobreza, nos quedaremos con un mundo carente de humanidad. La caridad es misericordia que va en busca de los más débiles ayudándoles a que lleguen a ser protagonistas de su propia vida.
Entender y aceptar hacer el camino con los últimos sólo se puede hacer entendiendo el Evangelio: éste propone el amor humilde, concreto, gratuito, que no busca recompensas. El evangelio tiene el estilo de la disponibilidad y del servicio a imitación de Jesús que se hizo nuestro siervo.
Cáritas quiere llegar a atender a toda la persona porque la caridad es inclusiva: no se ocupa sólo del aspecto material ni tampoco sólo del espiritual. La salvación de Jesús abarca a todo el hombre. Se requiere una caridad dedicada al desarrollo integral de la persona.
Cáritas, porque así tiene que ser la caridad, ha de ser, además, creativa. No hay que desanimarse por el creciente número de nuevos pobres y de nuevas pobrezas. Hay que mantener la esperanza, también y más en estos tiempos, y seguir creyendo en la capacidad humana de fraternidad. Nada más relacionado que Eucaristía y Caridad, que fiesta del Corpus y Día de la Caridad.