¿Y qué harán cuando crezcan? Es la pregunta sobre el comportamiento de los jóvenes acerca del consumo de información cuando su posición en la vida cambie. Es una de las cuestiones que plantea el Digital News Report que elaboran anualmente Reuters y las universidades de Oxford y Navarra.
El tema me parece clave porque asistimos a una encrucijada en la que nos jugamos mucho, con unas generaciones que lean y se informen, y lo hagan con sentido crítico.
Una amplia información de El País sobre el tema titulaba “Para mí es desfasado leer un periódico, me informo en las redes”. Y señalaba: “Los menores de 25 años evitan las noticias sobre política y la covid porque les afectan al ánimo, y no consumen medios tradicionales porque creen difícil su lenguaje”.
Es decir, si la prensa de papel perdía posiciones en favor de la digital, la tendencia ahora es que las webs de noticias son superadas por otras fuentes de noticias como Tik-Tok, Instagram, YouTube, Twitter o Google. Al parecer, los jóvenes que se informan prefieren para ello un estilo informal, un mensaje personalizado y diverso, videos en directo e informadores que opinan y no sólo se limitan a informar. Una buena noticia es que el interés por las historias y testimonios personales sigue creciendo, por lo que se vislumbra una línea de trabajo que da mucho juego, porque valora lo auténtico sin maquillajes.
El informe citado destaca que los jóvenes no quieren complicarse aún más la vida y evitan noticias negativas, han perdido confianza y aprecian una utilización de la información con fines políticos, comerciales o ideológicos. La evasión que brindan los programas de entretenimiento es algo comprensible en una sociedad tan áspera como la actual.
¿Y qué hacer ante este panorama? Veo por un lado cierta pereza y desgana para informarse en situaciones conflictivas, como las que atravesamos. No es solución ignorar los problemas o mirar para otro lado.
Sí puede haber hartazgo y una necesidad de evadirse y desconectar, que se consigue con consumos rápidos, consultas instantáneas y clips. Esto puede entenderse como válvula de escape, pero no lo veo como actitud permanente. Hay que leer siempre y hay que ofrecer textos que enganchen. Hay que brindar soluciones, dar propuestas y un sentido positivo animante, con testimonios que construyan.
Los medios están embarcados en la búsqueda de propuestas atractivas para esa generación Z (21-29 años), de forma que la calidad eche raíces y consiga audiencias fieles y crecientes. Las empresas informativas experimentan con nuevos formatos y productos para los jóvenes, como puede ser la información útil para facilitar el acceso al mercado laboral. Por ejemplo, la elaboración de videos, que son mucho más laboriosos de lo que parece si queremos tener una calidad que enganche, que aporten información útil. Se ponen en práctica nuevas narrativas, avanza el periodismo explicativo, proliferan los audios.
Pienso que sí interesa el periodismo serio, que exija esfuerzo y calma en su disfrute, junto a unas redes sociales que no implican tanto esfuerzo, con sus frases cortas y directas. Pienso que la generación Z necesitará estar informada y que pagará por las informaciones bien elaboradas que se ofrezcan. Desde nuestro lado, nos queda el reto de contar bien, con pasión, con solvencia, dando informaciones útiles. Y todo desde un contacto permanente con las audiencias, para ver qué buscan realmente y crecer en credibilidad. Nos jugamos mucho.