José María Albalad es un joven periodista zaragozano con una carrera con hitos marcados como la puesta en marcha de la Oficina de Comunicación de la Iglesia en Aragón. Además, ha estado al frente del proyecto de renovación de El Cruzado Aragonés. Hace apenas unos meses, ocupó la dirección de la Oficina de Sostenimiento de la Conferencia Episcopal Española y ahora asume la vicepresidencia del grupo mediático Ábside. 

Se incorpora a un grupo mediático referente en nuestro país. ¿Qué supone su nueva responsabilidad?

El nombramiento como vicepresidente de Ábside Media supone el inicio de una etapa exigente e ilusionante al servicio de un grupo mediático por el que cada día pasan seis millones y medio de personas. Es un honor y una responsabilidad. Mi incorporación se enmarca en una reorganización de la estructura de la compañía con el objetivo de potenciar su negocio radiofónico y televisivo. El grupo quiere liderar la transformación de los medios en España y apuesta por una gestión más ágil y eficiente basada, entre otras cosas, en una mayor convergencia de recursos entre los medios que posee (COPE, CADENA 100, RockFM, MegastarFM y TRECE). 

COPE y TRECE viven un momento dulce. ¿En qué se diferencia su voz de la de otros medios?

Esta sería una pregunta muy interesante para los oyentes, telespectadores y usuarios que cada día se informan, forman y entretienen en las plataformas de COPE y TRECE. ¿Por qué confían en estas marcas con una fidelidad que supera notablemente la media del mercado? Las personas que trabajan en los medios de Ábside Media, cuyo accionista mayoritario es la Conferencia Episcopal Española, se entregan cada día con el objetivo de prestar el mejor servicio posible a los ciudadanos. Tienen claro que no vale caer en cualquier cosa, en estrategias poco decentes desde el punto de vista ético, para lograr mejores resultados. Los valores del humanismo cristiano son una brújula inspiradora, una garantía para no olvidar que estos medios nacieron con vocación de servicio, y que esa sigue siendo su razón de ser en un contexto como el actual en el que la labor social y evangelizadora de la Iglesia resulta especialmente importante e iluminadora.  

Los retos no le asustan: también puso en marcha Oficia. Desde el punto de vista práctico, ¿para qué cree que ha servido?

La Oficina de Comunicación de la Iglesia en Aragón (Oficia) responde, de alguna manera, a la necesidad formulada por los obispos en una carta pastoral de 2017, titulada Iglesia en misión al servicio de nuestro pueblo de Aragón. En ella, los prelados planteaban que dada la precaria realidad humana, social y eclesial de muchas zonas, se necesitan estructuras capaces de impulsar la tarea evangelizadora con nuevo ardor, nuevos métodos y nueva expresión. Honestamente pienso que Oficia ha contribuido (y contribuye) a ese objetivo, trabajando con visión de conjunto, en comunión, pero respetando al mismo tiempo la idiosincrasia de cada Diócesis. Hoy es un reto la promoción de los valores humanos y del Evangelio mediante una presencia fiel de los mensajes de la Iglesia tanto en los medios convencionales como en los nuevos areópagos en los que se propone y difunde la cultura contemporánea. 

Y el reto de El Cruzado, ¿cómo lo ha vivido?

La experiencia de El Cruzado Aragonés ha sido un regalo, a pesar de la responsabilidad que supone dirigir la transformación de una cabecera tan emblemática, llena de atributos positivos, para que pueda seguir siendo relevante e influyente en el siglo XXI. A la hora de afrontar este proyecto, el obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez Pueyo, y los miembros del Patronato han regalado una libertad difícil de encontrar en el sector. Ante todo, ha primado la búsqueda de lo mejor para el medio y sus lectores. El proceso continúa… 

En estos tiempos tan volátiles, ¿cómo ve el futuro de los medios de comunicación? ¿y de los comunicadores?

Vivimos tiempos de incertidumbre, no solo en los medios, pero estoy convencido de que la sociedad necesita más que nunca un periodismo libre, comprometido y responsable.