Comarcas

José María Huerva: “No oculto ninguna de las bajezas humanas”

En ‘La alegría de existir: Memorias de un sacerdote’, el párroco nacido en Alcolea de Cinca recoge su propia experiencia con Dios

José María Huerva
José Mª Huerva presentó su libro el miércoles en Barbastro. Foto: Ascen Lardiés
Lucía Abadías
30 julio 2022

“Bésame con esos besos tuyos, son mejores que el vino tus caricias”. Cualquiera diría que estos versos forman parte de la Biblia, pero son el arranque del ‘Cantar de los Cantares’, que forma parte del Antiguo Testamento y que es, además, el libro favorito del sacerdote José María Huerva. “Leyéndolo me di cuenta de algo muy importante, que estaba ya en el atardecer de la vida y que ésta tenía sentido porque Dios me amaba. Fue entonces cuando me puse a escribir”, declara el párroco de Alcolea de Cinca a sus 73 años.

En el recién publicado ‘La alegría de existir: Memorias de un sacerdote’, José María recoge su propia historia, su vida con Dios o, como él lo define, “la experiencia de un discípulo enamorado, que, a la vez, ha sido una vida con muchos obstáculos”. Es también un ejercicio de sinceridad: “No oculto ninguna de las bajezas humanas. No me duele confesar la propia fragilidad y mezquindad que todos llevamos dentro, y cómo Dios eso lo sana”.

“Es una invitación que dice que se puede ser feliz”

José María Huerva

Asegura estar lejos de encerrarse en el yo, “es hermoso vivir para los demás”. Con este relato quiere llegar, sobre todo a los cristianos: “Hemos vivido un cristianismo a veces excesivamente hecho de normas morales, de cargas, pero no como una vivencia profunda de felicidad y amor”. José María Huerva se autodenomina “provocador”, porque asegura que busca “que la gente no se conforme con las migajas de la vida, que vaya más allá, es maravilloso llegar a las fuentes del amor, es la plenitud de la vida. Tenemos que correr el riesgo de apostar por todo esto, aunque sea costoso. Ir más allá de nosotros mismos. Es una invitación que dice que se puede ser feliz”.

Como sacerdote, se muestra enormemente orgulloso de su trabajo: “Soy sacerdote y nada más que sacerdote, si volviera a nacer volvería a ser cura”. El párroco considera que su principal tarea es “comunicar la vida que recibo de Dios, que es a partir del amor”. Cree de manera firme que los curas han de transmitir lo que viven: “Ni doctrinas ni ideologías, si no lo que llevamos en el corazón”.

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