El día previo a recibir la Cruz Sencilla de la Orden Civil de Sanidad de manos de la Ministra Carolina Darias, Guillermo Bernués empezó a darle vueltas a la repercusión que suponía este reconocimiento. “La semana anterior trabajé como cualquier día. Noté el impulso y las consecuencias la tarde de antes por las llamadas de la prensa. Ya por la noche, en mi cabeza pensaba qué decir durante el acto”, asegura el médico. El verano de 1983 aprobó las oposiciones de Asistencia Pública Domiciliaria y hasta hoy disfruta del valle de Chistau. Bernués culmina más de media vida como médico de familia en Plan y en el centro de salud de Lafortunada recibiendo este galardón.
Tras encadenar varias sustituciones en Tamarite, Binéfar y Monzón, y después de un breve período en la sanidad privada, llegó el día de elegir un destino definitivo. Da la casualidad de que el facultativo había veraneado por todo el Pirineo pero le faltaba visitar este magnífico rincón del Sobrarbe. Tras recorrerlo “haciendo una batida por los pueblos para conocerlos”, se enamoró del valle de Chistau. Aquí ha hecho su vida y ha criado a sus dos hijos. “Quizás lo menos importante es que haya estado 39 años de mi vida aquí”, añade.
Asegura que es un paraje que te engancha desde el primer momento. “Siempre he tenido claro que me gustaba estar aquí. Además, considero que he sido un privilegiado por trabajar en esta tierra”, confiesa el médico nacido en Huesca. Con la recogida de setas y el cuidado de los huertos como hobbie, Bernués puede presumir de toda una vida dedicada a tratar y salvar vidas: “En Chistau tenemos circunstancias diferentes que requieren soluciones especiales”.
Una estancia en la Antártida
Varios años después de empezar a trabajar en el sistema sanitario aragonés, el facultativo decidió sacarse el curso de medicina de socorro y auxilio en montaña. Colaboraba como profesor de prácticas en la Universidad de Zaragoza y, al mismo tiempo, ayudaba al GREIM (Grupos de Rescate Especial de Intervención en Montaña). “Cuando el médico estaba en otro rescate me avisaban a mí. Rápidamente cogía las botas y la mochila y nos íbamos donde fuese. Siempre que fuera en horario de tardes-noches y fines de semana, a cualquier hora”, explica.
Estas colaboraciones le ofrecieron la posibilidad de ir como facultativo a la Base Antártica Española Juan Carlos I, en la isla Livingston. “Lo acepté sin pensarlo. Estuve en la segunda parte de la campaña, de enero a marzo. Fue una experiencia impagable”, señala. Cuando llegó del Polo Sur le afirmaron que no podía llegar más lejos. Ahora acaba de ver que sí y, además, se pone el reto de ir en dirección “cara arriba”. “El currículum hace días que lo dejé apartado. Ahora tengo una maleta que voy llenando de recuerdos”, matiza.
Durante su vida, Bernués ha atendido a cuatro generaciones del valle de Chistau. Lleva muchos años al frente de la medicina familiar en la zona y conoce “a casi todos”. Da cobertura a 471 tarjetas sanitarias de siete núcleos de población diferentes de entre 15 y 200 habitantes (Gistaín, Lafortunada, Plan, San Juan de Plan, Saravillo, Serveto y Sin). Se encuentra a una distancia de 100 kilómetros del hospital más cercano, el de Barbastro, y a unos 50 kilómetros de transporte sanitario como ambulancias o uvis móviles.
Guillermo Bernués es, además, pionero en la innovación en telemedicina. En esta zona de alta montaña, que dista a más de una hora del hospital de referencia más cercano, se han implantado consultas de telemedicina en teledermatología; cribado de retinopatía diabética; control de anticoagulación; y teleconsulta de salud mental. Así, se favorece el acceso de los pacientes a especialistas hospitalarios sin necesidad de desplazarse.
“He atendido a padres, abuelos, y ahora a sus hijos y hasta nietos. Lo que más me gusta de mi trabajo, y cada vez más, es el contacto con los pacientes”, indica. Quizás sea ese afán lo que mantiene la llama viva de este sanitario que podría estar jubilado hace seis años. Cuando llegó a esa edad asegura que recapacitó la decisión y vio que disfrutaba trabajando, “a lo mejor ese es el problema”. Luego explotó la pandemia y había que echar una mano, y Guillermo Bernués es experto en ayudar.