Los actos en honor de la virgen del Pilar organizados por la cofradía de Nuestra Señora del Pilar en Barbastro incluyen una conferencia de Joaquín Torres sobre Santos Lalueza. Este sacerdote, fallecido en 1996 fue vicario general de la diócesis y consiliario de dicha cofradía, dejó una fuerte impronta en esta devoción y en la iglesia de Barbastro.
-Usted conoció a don Santos de primera mano porque su mujer era sobrina, ¿qué resalta de su persona?
-Su humildad. Le ofrecieron dignidades y las rechazó. Nunca quiso dejar la diócesis, sirvió a nueve obispos. Además, destaco su cercanía, su humanidad. Un cura abierto, atento a los cambios.
-Que recibió la Almendra de Oro del Cruzado a título póstumo.
-En vida se negó a recibir distinciones. Así que, con Manolo Garrido de director, se la concedimos una vez hubo fallecido.
-¿Por qué considera necesario recuperar hoy su legado?
-Porque son figuras que el tiempo difumina con rapidez. Nos dejó en 1996, pero la mayoría de los barbastrenses ya ni lo conocen. Su papel en la diócesis resulta crucial. Él luchó mucho para que no desapareciera y, en ocasiones, le pidió ayuda a san Josemaría Escrivá. Con quien le unía una buena relación y siempre le apoyó en Roma. Y está el tema del Museo.
-Un pionero tengo entendido.
– Le ayudé en alguna ocasión. Íbamos en un Seat 850 hace más de 50 años por las carreteras de Vio, Fanlo, La Fueva. Midiendo iglesias, fotografiando casullas, objetos litúrgicos… Aquello dio como resultado la colección que se ubicó en la catedral, sobre la sacristía. Germen del futuro Museo Diocesano.
-Volviendo al tema del Pilar.
-La devoción a Nuestra Señora del Pilar siempre existió, pero se extiende por Aragón a partir del siglo XVI, y sobre todo del S XVII, desde que se levanta la basílica en Zaragoza. La cofradía de Barbastro cuenta con 165 años de vida, pero después de la Guerra Civil don Santos la impulsa. Como también sacó adelante la devoción del rosario de la aurora.
-¿Qué relación mantiene con la Virgen?
– Quisiera mostrar el paralelismo de toda su vida con su devoción a Nuestra Señora del Pilar. Esta huella se puede observar en muchos momentos de su vida. Fue él quien decidió que se dedicase una capilla (imitando a la de Zaragoza) a esta advocación en la catedral. Y colocó su confesionario a sus pies. Y nunca se movió de ahí. Pero mucho antes, cuando lo llaman a filas e ingresa como capellán del Ejército lo hace, entre otros, en el Tercio de la Virgen del Pilar. Toda su vida está unida a la Virgen.
-Se trata de una cofradía devocional.
-Ahora se llevan las cofradías de tipo penitencial como las de Semana Santa. Las devocionales organizan actos concretos en las fiestas litúrgicas. Y así, los cofrades mantienen relación con la trascendencia y viven un especial vínculo de la fraternidad.
– Como creyente, ¿qué le aportó conocer a don Santos?
-Tuve la gran suerte de conocerlo y siempre me quedo con su humildad.