Los que vivimos en el medio rural sabemos de las limitaciones a las que hay que hacer frente cada día. Para muchos, llevar una vida tranquila gana frente al déficit de servicios en nuestra calle o en el pueblo de al lado. Sabemos que el coche es imprescindible para sobrevivir y que una consulta en el Hospital puede llevarnos toda la mañana, por los kilómetros que nos separan de él.
Pero conocer y convivir con estas desventajas no implica aceptar que nos traten como a ciudadanos de segunda. Esto viene a cuento de que, ahora, vamos a tener que compartir un juez de guardia en tres partidos judiciales (Barbastro, Monzón y Boltaña) durante los fines de semana, los festivos y los puentes. Un solo juez para atender casi todo el territorio de cinco de las diez comarcas que conforman la provincia de Huesca.
Desconocemos cuáles son las ratios de casos de los tres juzgados que se ocupaban de lo que a partir de este momento hará solo uno. Sospechamos que deben ser bajos, muy bajos. Como lo son los servicios que de media hacen algunas ambulancias en nuestro entorno si los comparamos con una gran ciudad. Pero esa no es razón para que, en uno y otro caso, las administraciones competentes decidan que el medio rural tenga menos medios (sean sanitarios o judiciales) a su disposición.
Se habla mucho de sanidad y poco de justicia. Y es verdad. Solemos estar al tanto de cualquier modificación en la prestación de servicios sanitarios, atentos de la posible merma de servicios en centros de salud y consultorios rurales, o en el hospital, o en las ambulancias.
Pero no habíamos prestado atención a lo que pasa en el interior de nuestros juzgados. Los garantes de que se cumpla la ley también trabajan en condiciones no muy favorables, que se ven perjudicadas por decisiones como esta de reducir de tres a uno los jueces que estarán de guardia para atender buena parte de las comarcas de Sobrarbe, Ribagorza, Somontano, Cinca Medio y La Litera.