Cáritas Diocesana Barbastro-Monzón es una de las entidades que no funcionaría sin los voluntarios. En Barbastro su actividad se engloba en varios sectores. 

El primordial lo compone la acogida inicial, ya que ayudan con las básicas de las y posteriormente lo derivan a otros proyectos de la propia entidad o incluso de otras. Pero tienen otras iniciativas con mucho peso en la sociedad de Barbastro. 

Un ejemplo de ello lo encontramos en el proyecto de la infancia y juventud, donde realizan apoyo escolar, español para inmigrantes, colonias en verano, campañas especiales para Navidad y muchas otras acciones. A su vez, la prevención de dependencias también tiene mucha importancia. Realizan campañas de formación en centros educativos y asociaciones, talleres de sensibilización y prevención e incluso apoyo y seguimiento vía WhatsApp. 

La ayuda a los inmigrantes también está presente mediante varias vías como la alfabetización o aprendizaje de español desde cero. Por otro lado, otra rama con respecto a toda la diócesis es el empleo, donde prácticamente funcionan como una oficina de empleo.

En este momento en Barbastro  se encuentran en activo 35 voluntarios. “Hay mil circunstancias que nos pueden llevar a cualquiera de nosotros a encontrarnos en una situación vulnerable. Y si te encuentras solo al final puedes necesitar realmente ayuda. Allí no puede fallar la Iglesia”, explica Julia Lirios Tormo, una de sus voluntarias.

Tal y como explica Tormo, “muchas de las personas que forman parte del voluntariado han visto en sus familias la disponibilidad de ayudar a los demás”. Pero otras muchas no ha tenido tiempo para hacerlo y cuando han podido, han comenzado su voluntariado. 

Necesidad de voluntarios

Como todas estas entidades, toda ayuda siempre es bienvenida, ya que de esa manera podrían realizar un apoyo más personalizado. “Los únicos requisitos, la voluntariedad y la realización de un servicio honrado, caritativo, respetuoso y que busque la dignidad del otro”. 

De esos 35 voluntarios, solo 6 están por debajo de los 30 años. Sobre todo predominan personas de la mediana edad y jubilados, “quienes todavía siguen activos y sus capacidades están a tope”. 

Tormo está convencida de que el futuro del voluntariado debe nacer del convencimiento gradual, aunque sea gradual. “Ojalá los adolescentes vean que lo importante en la vida es estar disponible para ayudar a los demás y que su propia felicidad no es posible si a su alrededor los demás no son felices. Y eso hoy en día se potencia mucho en la educación”, concluye Tormo.