Mi último artículo aparecido en este semanario trataba precisamente de los suicidios; solo que lo comparaba con las incoherencias de, por un lado prevenir el suicidio y por otro facilitar al máximo el aborto y la eutanasia.
Desgraciadamente, ha saltado la noticia de las dos gemelas de origen argentino y viviendo en Cataluña, de las que una ha conseguido la muerte y la otra está muy grave.
Es sabido que los niños son extremadamente vulnerables, pero también pueden ser muy crueles.
Todo indica que las dos niñas sufrían acoso por parte de sus compañeros de colegio, aunque habrá que esperar las conclusiones de la investigación, pero todo parece indicar que las cosas van por ahí.
Parece que ni la dirección del colegio, ni la Consejería tenían ningún “protocolo” que avisara del peligro. Ahora se va a poner remedio, pero para la niña fallecida ya se llega tarde. Esperemos que no sea así para la otra. No me puedo imaginar el dolor de sus padres ante este suceso.
Ahora surge el dilema ¿A quiénes vamos a culpar? ¿A los niños acosadores? Parecen los más directos, si son ellos. ¿A los maestros? Quizá también por no darse cuenta de lo que estaba sucediendo ¿A la Consejería? Quizá, por esperar “protocolos” y no hacer los seguimientos correspondientes.
Tampoco los padres en general, según mi parecer, se libran de responsabilidad; de todos es sabido que hoy los niños tienen más credibilidad ante los padres que los propios maestros. Hoy los enseñantes han perdido autoridad. Claro, que los modelos educativos no la favorecen. Todo por eliminar al máximo la cultura del esfuerzo.
Creo que sería bueno hacer las oportunas y sinceras autocríticas para ver si los comportamientos de cada uno: padres, maestros, autoridades, son los adecuados para conseguir una educación respetuosa de todos y para todos.