Lo aconseja la sabiduría popular, y no es mal consejo, como algunos datos recientes ponen de manifiesto. Un conjunto de circunstancias, que parecen escapar del control de gobernantes, economistas y empresarios, están acelerando el aumento de los precios de casi todo y empieza a asomar el fantasma del desabastecimiento, que ya afecta, en mayor o menor cuantía, a un 50 por ciento de las empresas de automoción, de instrumental electrónico, caucho, plástico y productos químicos.
Siendo este un dato preocupante, sería grave que afectara a la alimentación, porque con lo único que no podemos jugar es con “las cosas de comer”.
No parece que por el momento haya motivos para llevarse las manos a la cabeza, pero, justamente para que ese momento no llegue, se retarde o, en el peor de los casos, nos coja preparados para capearlo, es por lo que aconsejamos “hacer de la necesidad, virtud”.
La virtud que aconsejamos cultivar tiene tres caras: proximidad, reutilización y austeridad. Decidirse por comprar en el comercio local no es sólo un eslogan para mantener la supervivencia de los pequeños negocios y, en definitiva, de nuestros pueblos, sino una sabia medida para minimizar desplazamientos y otros gastos superfluos.
Esta proximidad adquisitiva va de la mano del consumo de productos de temporada en lo que a la alimentación se refiere.
La publicidad nos ha acostumbrado a no prolongar la vida útil de muchos instrumentos que utilizamos, desde el teléfono móvil a los electrodomésticos más imprescindibles.
Tomar conciencia de que es posible reutilizar y reparar los objetos, como fue norma en tiempos de carencias, es una costumbre por la que deberíamos volver a apostar.
La tierra en la que vivimos reclama, cada día con mayor urgencia, la opción por un consumo responsable y austero, que genere la menor cantidad posible de residuos y deje de utilizar los envasados desechables, tan cómodos como desaconsejables. Ojalá el fantasma del desabastecimiento impulse un modelo de vida sostenible, no sólo para los que hoy habitamos el planeta, sino también para quienes nos sucedan.