Cuando anunciaron la emisión del programa Gran hermano, me pareció que iba a ser interesante, especialmente porque lo presentaría Mercedes Milá de quien admiraba su estilo de hacer periodismo.
Creo que aguanté unos diez minutos del primer programa, porque no me interesaba en absoluto lo que un grupo de personas pudieran hacer encerrados en una casa.
Convencida de que iba a tener una audiencia mísera, me sorprendió el saber que casi todo el mundo lo veía. ¡Qué poca visión de futuro tuve, teniendo en cuenta que duró diez temporadas!
Esto me vino a la memoria hace unos días cuando me enteré del éxito que está teniendo la serie El juego del calamar. Una periodista dijo que le había encantado; a otro también, porque supone una crítica del capitalismo.
Otras, en cambio, decían que estaba lleno de violencia, que incluso se llegaba a la muerte de los jugadores. Lo grave del asunto es que los niños reproducen en sus juegos la misma violencia que ven en la serie; que los profesores están preocupados por el peligro que supone para la integridad física de los alumnos.
Me parece de una gran frivolidad por parte de los padres que dejan que los niños se “diviertan” con esos episodios de tanta violencia. ¿No tenemos sentido crítico? ¿Nos tragamos todo lo que nos echan?
Muchas veces yo también veo series violentas, pero tengo setenta y seis años y, por supuesto, no salgo a la calle con una pistola y emprendo a tiros a quien se me cruce en el camino.
Por favor, pongamos a trabajar el Sentido Crítico y no dejemos que nos metan cualquier cosa que interese a ciertos individuos o colectividades. Por nuestro bien, pero sobre todo por el de nuestros niños.