Es uno de los peores datos registrados desde la década de los 90, según la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). Casi dos hectáreas es la superficie que el glaciar de la Maladeta ha perdido en este último año. Desde que se tienen registros, el glaciar de la Maladeta ha encogido un 64% de la masa glaciar. A día de hoy, tiene 18’3 hectáreas frente a las 50 que tenía hace veinte años. El frente del glaciar ha retrocedido unos 350 metros en estos 30 años.
Los datos investigados muestran una tendencia negativa que lo encaran hacia su desaparición. Siguiendo la historia del resto de glaciares del Pirineo. Casi el 90% de estos prácticamente han desaparecido y, predicen, a todos les quedan 50 años de vida.
Grietas
En el glaciar de la Maladeta se ha observado que han aparecido gran cantidad de grietas en la parte superior. “Algunas de ellas de considerable anchura y profundidad. La línea de equilibrio, que separa las zonas de acumulación y ablación (pérdida), se sitúa por encima de la cota 3200 (parte más alta del glaciar) lo que significa que el balance de masa del glaciar es negativo.”, según dicta el informe de la CHE.
En concreto, el balance de masa indica una pérdida en este ejercicio de 1939 milímetros de agua. Es el segundo peor año de la serie, muy lejos de la media de 738 mm en estas tres décadas. En las que se detecta una disminución total de 22.142 mm.
Trabajo de campo
Si se analizan los espesores de hielo, este año el hielo glaciar se ha reducido 223 centímetros de espesor medio (frente a los tan sólo 24 cm del pasado año), llegando a casi 3 metros en el frente del glaciar. El espesor medio perdido desde el año 1992 es de 25 metros. En el frente del glaciar, la pérdida de espesor alcanza los 50 metros en estas décadas.
La acumulación medida en el año hidrológico 2020-2021 es de 1.472 milímetros de agua equivalente, lo que se corresponde con el 4º peor año de la serie. Respecto a ablación (fusión), se ha detectado una pérdida de 3.411 mm de agua equivalente, lo que se corresponde con el 6º peor año de los medidos.
En el estudio de este glaciar se ha utilizado un método que se basa en los datos obtenidos a partir de una red de balizas instaladas en el hielo a distintas altitudes. Así como de medidas topográficas sobre la superficie. Las medidas de acumulación se apoyan en sondeos en la capa de nieve con extracción continua de testigo y “pesada” directa para medir las densidades, usándose altímetros o GPS para posicionarlas lo más cerca posible de las balizas que en esa época no suelen ser visibles. Las medidas de ablación (septiembre) se realizan directamente sobre las balizas y con topografía de la superficie glaciar.