Quizá se acuerde de la serie Médico de familia. Aquella con Emilio Aragón y Lidia Bosch que contaba las vicisitudes vitales del joven doctor Nacho Martín. Se emitió por primera vez en 1995 y también se vio en Alemania, Finlandia y Rusia. Si ahora se grabara, la realidad laboral de Nacho Martín sería muy diferente.
Muchos médicos de cabecera se sienten saturados e infravalorados. Se habla de la degradación de la atención primaria y para ello sólo tenemos que fijarnos en las cifras del MIR (Médicos Internos Residentes) de este 2023. Existe un desinterés por la medicina de familia evidente. El cupo no se ha cubierto. Como tampoco en 2022. De 2.455 puestos, un total de 202 se han quedado desiertos y se sitúan en las comunidades de Castilla-León, Galicia, Cataluña, Extremadura, Asturias, Navarra, La Rioja y Aragón.
Esto quiere decir que los licenciados en Medicina “pasan” de la Medicina Comunitaria y de Familia y exploran otras vías antes de tomar este camino. Quiere decir que en Aragón, como en el resto de estas comunidades, se acentúa el déficit de estos profesionales.
En el sector de Barbastro
Nuestro sector de Salud de Barbastro sirve de claro ejemplo para esta deriva. A finales de mayo de 2023, los jóvenes licenciados de Medicina que se habían presentado a las pruebas MIR elegían plaza según sus calificaciones. De las seis plazas en Medicina Comunitaria y de Familia con las que cuenta este hospital, sólo tomaron posesión dos personas: Sonia Ruiz y Mavel Cedrún. Con ellas y con su tutor intrahospitalario, el doctor Manuel Griabal, abordamos este asunto.
Griabal, médico de Urgencias en el Hospital de Barbastro, explica: “Hace unos años escogían esta especialidad. Para algunos de ellos no era su primera opción, pero, a pesar de ello, veían en esta especialidad una salida profesional. Ahora no, prefieren hacer otra cosa y año tras año, se van acumulando vacantes”.
Plazas vacantes: las causas
Nos encontramos ante un tema complejo sin respuestas sencillas. Por una parte, Griabal no esconde que las personas nos hemos vuelto más comodonas y se prefiere vivir en una ciudad a un pueblo. Esta tendencia general, de primacía de lo urbano sobre lo rural, penaliza mucho a lugares como Barbastro y a las comarcas a las que este hospital da servicio.
“Desde Barbastro tienes una hora y media en coche hasta el límite norte del sector y otro tanto, hacia el sur. En este sentido, Huesca siempre va a resultar más atractivo por encontrarse cerca de Zaragoza y mejor comunicado”, apunta. “¿Por qué se han quedado en Barbastro los últimos médicos MIR? Porque les gusta la montaña. Vienen del País Vasco, de Valencia… pero sabían a dónde venían y querían estar aquí”.
Las médicos residentes de primer año también cuentan con motivos personales en la elección de Barbastro. Ruiz, natural de Alicante, estudió en Lérida y optó por este hospital ya que su novio reside en la zona. Cedrún, cubana de nacimiento, cursó la carrera en el País Vasco, pero reside en Huesca desde 2015. “Me encuentro como en casa y desde luego, sé dónde estoy”.
Aunque la especialidad de familia no entraba en sus planes como primera opción, se sienten cómodas y satisfechas con la elección. “No me atraen, en absoluto, las especialidades quirúrgicas. Para mí, pasar la mayor parte de tu día en un quirófano me parece bastante aburrido. Prefiero el contacto con la gente”, comenta Cedrún.
Y en tan poquito tiempo no dudan de las ventajas de un hospital pequeño. “En general, prevalece la idea de que un centro grande ofrece una formación mejor, pero, en familia no se cumple. Aquí disfrutas de una cercanía y unas posibilidades de trabajo inexistentes en centros de mayor tamaño”.
Griabal apunta: “Si tú trabajas, el MIR trabaja, no puede estar parado y vive las guardias. En este hospital, por la precariedad de las plantillas se va al 110%. En otros, con más personal, pueden funcionar, aunque uno trabaje al 60%. Pero en Barbastro, no. Así que el residente desempeña una gran función”.
Por otra parte, existe otro punto de vista a esta circunstancia de escasez de profesionales. Griabal nos hace ver que “en los hospitales con más residentes estos pueden vivir más relajados, sobrellevar mejor las guardias y sentirse más acompañados. Por tanto, sobrevuela un cierto miedo a este tipo de hospitales”.
Ruiz menciona que muchos médicos de cabecera se sienten infravalorados. Y en este punto señala el trato que muchos compañeros reciben de sus propios pacientes. “Resulta muy frustrante que te exijan una visita al especialista como si no supiéramos. Tendríamos que recordar que se trata de una especialidad con cuatro años de estudio. En la actualidad, opino, falta más respeto hacia la figura del médico de familia porque él supone la puerta de entrada el sistema sanitario y se debería poder crear una relación de confianza entre paciente y doctor”.
Pero aquí asoma la pata el tema de las condiciones laborales en la atención primaria. “Esta degradada”, afirman sin fisuras. Intrusismo, condiciones laborales, tiempos para dedicar a los pacientes… “Si los cupos se fijan, por ejemplo, en 800 cartillas que sean 800 y no 1.000”, inciden. Porque sin tiempo para atender con corrección al paciente, todo se deteriora.
Además, el salario base de los residentes y de los médicos resulta insuficiente para atraer a los jóvenes licenciados. La Asociación MIR afirma que el principal motivo que justifican son los bajos sueldos que ofrecen, generalizando en España rondan los “mil euros sin guardias”, además de las “malas condiciones laborales” con las guardias de 24 horas. “Las guardias son como hacer un segundo trabajo, total de 70-90 horas a la semana”, señalan.
Y, para más inri, aparece el intrusismo. Porque es posible trabajar en Atención Primaria sin la necesidad de Medicina Familiar, cobrando como médico adjunto bastante más que un residente.
La especialidad de Familia se enfrenta a una tormenta perfecta: como faltan médicos en España, las administraciones permiten desempeñar esta labor sin exigir la especialidad. Y, en bastantes ocasiones, estos médicos llegan de fuera sin exigir una convalidación de la especialidad. Y si puedes trabajar sin MIR y además, cobrando más dinero que un residente, ¿para qué estudiar cuatro años? “Ante este panorama muchos licenciados pasan de la especialidad”, nos comentan Cedrún y Ruiz.
Por tanto, para solucionar el tema de la atención primaria se deberían abordar diferentes cuestiones. Se trata de tomar decisiones políticas, de cambios sociales “pero también de que los propios médicos la hiciéramos más atractiva”, explican.
Así, nuestras residentes comentan que Familia mantiene un perfil bajo en los planes de estudio de las universidades. “Pasamos más tiempo y conocemos mejor los hospitales que los centros de salud” , añade Ruiz, aunque Cedrún sí tuvo un mayor contacto con la primaria. Sin embargo, ambas coinciden en que, de esta especialidad, se habla poco en las aulas.
El MIR en Barbastro
El número de plazas de médicos residentes que corresponde a cada hospital se decide, en última instancia, en el Ministerio de Sanidad. Quien ratifica (o no) el programa de una unidad docente. Para esta formación, un hospital debe estar acreditado y para ello se requieren plantilla y tutores.
Existe una relación directa entre el número de especialistas, servicios y técnicas que se realizan en dicho centro y las plazas de MIR. “Tal y como se plantea la formación, con una plantilla tan escasa como la de Barbastro, veo difícil poder optar a formar residentes en otras especialidades”. Al exiguo conjunto de puestos de trabajo habría que sumar que, para conocer determinadas técnicas, los residentes deberían trasladarse a otros hospitales. “No potenciar este centro acarrea muchas limitaciones”, apunta Griabal. “Siempre estamos en lo mismo, con una población similar, el San Jorge de Huesca ofrece más servicios, más plantilla y más camas”.
El tutor se siente satisfecho con seis plazas MIR en Familia. Se ha hablado de asignar ocho, pero este número lo califica de excesivo: “Se podría ampliar, pero depende de estabilizar plantillas y ahora no se dan esas circunstancias”.