Andrés Casas Arnal se ha criado entre Barbastro y Fornillos, de donde procede su familia materna. Matrícula de Honor en Bachillerato, este joven está trabajando de socorrista en la piscina municipal de Barbastro y estudiará el nivel C1 de inglés antes de trasladarse hasta Valencia para comenzar la carrera de Ingeniería Aeroespacial.
Me comenta su abuela Pilar que hay otro joven de Fornillos que acaba de finalizar Ingeniería Aeroespacial.
Sí, Francisco Giral. A mí esta ingeniería me atrae por tratarse de una carrera muy completa, con una enorme diversidad de aplicaciones y poner a tu alcance un montón de posibilidades de trabajo: sistemas de propulsión, drones, control aéreo, inteligencia artificial…
Usted se va a Valencia.
Madrid lo descarté por tratarse de una ciudad demasiado grande para mí. Aparte de la carrera hay que valorar otros aspectos como que la ciudad te guste y el prestigio de la Politécnica. Y muy importante, en Valencia, alrededor de la carrera se ofrecen proyectos fuera de la universidad. Esto, en definitiva, te va a diferenciar del resto.
¿Cuántas personas comienzan esta carrera y cuántas la finalizan?
En los buenos años se licencia un 40 por ciento de los matriculados en el primer curso. Unos 40 de los 120 que comienzan.
Pero no se trata de una carrera imposible. Muchos de los que la dejan se pasan a otras ingenierías porque se dan cuenta de que esta no es la suya o no les gusta.
Dice que hay tiempo para todo.
A mí las notas nunca me han obsesionado. Soy trabajador y autoexigente desde pequeño. Lo primero, estudiar. Pero también tengo presente la importancia del bienestar. Practico deporte, salgo con mis amigos, mi novia. Un día normal de Bachillerato estudiaba 2 horas y media. Luego, me dedicaba a otros temas.
Y trabaja en verano. ¿Cuántos amigos suyos trabajan?
Alguno ayuda en las explotaciones agrarias de sus padres, pero muy poquitos trabajan. Cuando cumplí 16 años se me metió en la cabeza que también quería contribuir con los gastos.
Ha hablado de autoexigencia.
Lo soy, siempre me empuja dar lo mejor de mí mismo. Pero reitero, también sé dónde se encuentran los límites de la salud.
De no haber entrado en esta ingeniería había pensado en Ingeniería de la Energía. Aeroespacial me gusta, aunque tampoco es una obsesión.
Con sus características estoy segura de que le hubiera ido bien en cualquier centro. ¿Qué le ha aportado el instituto Martínez Vargas?
El centro me ha ayudado a sacar lo mejor de mí. He sentido a los profesores muy cercanos, atentos, preocupados porque no te quedasen dudas.
En los resultados, hay una parte de trabajo personal. Sin embargo, estar cómodo en clase supone un revulsivo porque sentirte feliz cambia tu actitud.
¿También se sintió cómodo en la EVAU?
No me fue mal. La EVAU supone una situación anómala a la que nunca te has enfrentado y si no te adaptas puede ser que el resultado no te acompañe. El factor nervios influye.
Existen dudas sobre la justicia de la EVAU porque depende de cada comunidad.
La EVAU presenta notables disparidades entre un lugar y otro. Yo abogo por un único temario, una única prueba y unos mismos baremos de evaluación. Ahora no partimos de las mismas condiciones.
Como estudiante de carrera técnica, ¿qué opina de la ausencia de mujeres?
Yo creo que optar por una carrera u otra depende más de los gustos personales que del sexo. Uno debe buscar lo que le interese. Yo en clase he tenido compañeras con más habilidad que yo para las matemáticas.
Sus resultados han hecho felices a muchas personas.
En primer lugar quiero dar las gracias a mi familia, sobre todo, a mis padres. Mi principal apoyo, son ellos quienes te animan y te soportan. Pienso en los días previos a la EVAU cuando te puedes mostrar irascible y nervioso y tus padres está ahí, aguantando. Ellos me han dado la oportunidad de estudiar y la voy a aprovechar. Luego a mis profesores, sin duda. También, por supuesto, a mis amigos y, en especial, a mi novia Claudia.