Festividad de los beatos mártires claretianos. La iglesia de los Padres Misioneros de Barbastro acogerá las celebraciones de conmemoración de la festividad de los beatos mártires claretianos. El programa se compone de un triduo para los días 11, 12 y 13 de agosto.
Programa
Días 11 y 12 de agosto. A las 19’15 horas santo rosario y oración. A las 20 horas, eucaristía.
La jornada del 13, a las 19 horas, rezo del rosario y oración. A continuación, procesión y eucaristía.
Niños para la procesión
Con ocasión de la procesión del día 13, la Archicofradía del Inmaculado Corazón de María, los Beatos Mártires Claretianos y San Antonio María Claret organizadora del programa, busca niños de entre 6 y 15 años para participar en la procesión ataviados como claretianos. La Archicofradía cuenta con trajes a disposición de los niños.
Los mártires claretianos
Recordamos los hechos según se cuenta en www.claret.org. “El martirio de los 51 Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, claretianos, de Barbastro acontece durante el mes de agosto de 1936, en los inicios de la deplorable guerra civil española.
La afirmación repetida por los milicianos de que bastaba que los misioneros abandonasen sus compromisos religiosos para salvar la vida apunta a una hostilidad no contra las personas, sino contra lo que representaban, la fe, la Iglesia. “No odiamos vuestras personas”, les dijeron; “lo que odiamos es vuestra profesión”. “Nos fusilan únicamente por ser religiosos” dejarán escrito algunos de estos mártires.
La Comunidad claretiana de Barbastro estaba formada por 60 misioneros: 9 Sacerdotes, 12 Hermanos y 39 Seminaristas a punto de recibir la ordenación sacerdotal.
El lunes 20 de julio de 1936 la casa fue asaltada y registrada, infructuosamente, en busca de armas, y fueron arrestados todos sus miembros.
En su breve estancia en la cárcel, los tres responsables de la comunidad claretiana fueron verdaderamente ejemplares: nunca se quejaron, animaron a sus compañeros detenidos y por ellos se sacrificaron, rezaron intensamente por sí mismos y por sus perseguidores, se confesaron y confesaron a otros encarcelados. Sin ninguna clase de juicio, simplemente por ser sacerdotes, fueron fusilados a la entrada del Cementerio al alba del día dos de agosto.
Los encarcelados en el salón de los Escolapios desde el primer momento se prepararon para morir: “pasamos el día en religioso silencio y preparándonos para morir mañana; sólo el murmullo santo de las oraciones se deja sentir en esta sala, testigo de nuestras duras angustias. Si hablamos es para animarnos a morir como mártires; si rezamos es para perdonar. ¡Sálvalos, Señor, que no saben lo que hacen!”, escribía uno de ellos”.