Si algo me llama la atención de una ciudad es su historia y cultura. La semana pasada acudí a una visita guiada por Barbastro y quedé sorprendido por la cantidad de curiosidades que albergan sus rincones. En un puente sobre el río, comencé conociendo las raíces de Barbastro avistando al fondo La Peñeta, muy querida por los barbastrenses, ya que –se dice- ahí se fundó la ciudad.
Accedí al Casco Antiguo por uno de los antiguos amurallamientos. De la muralla no queda nada en pie, sin embargo, se aprecia en la línea de coloridas casas junto al río. Paseando por las estrechas calles de la zona antigua, me fijé en el primer detalle: un arco junto a la puerta de la Iglesia de los Padres Escolapios. José María Ortas, el guía, explicó que antiguamente había un pasadizo hacia el río Vero, cedido por el Ayuntamiento. Es por ello, que encima del relieve aparece el escudo de la ciudad.
La primera, y obligada, parada de la visita fue en la plaza de la Constitución. A la derecha aprecié el colegio de los Escolapios, fundado hace justo 300 años. Tantos años en pie le han hecho tener diferentes usos; durante la Guerra Civil llegó a ser un calabozo. Enfrente, el Ayuntamiento, construido en 1515. La estructura es renacentista aunque debido a las reformas acometidas, se han perdido algunos rasgos de la época. Por ejemplo, dos de sus torres han desaparecido. Completando la plaza a la izquierda, las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, congregación nacida en Barbastro en 1873. En la calle Academia Cerbuna, en una pared del Obispado de Barbastro-Monzón, pude ver un trozo de la antigua muralla.
Plaza Palacio
Dicha calle, es conocida como la del royo, debido a que antiguamente en su empedrado se impartían los castigos públicos. Posteriormente, llegué a la plaza Palacio, donde hay una confluencia de edificios de gran interés: la Catedral, el Palacio Episcopal y la Torre de la Catedral. Echando la vista atrás, y con ayuda del guía, rememoré la historia de la ciudad para ponerme en contexto. Durante la reconquista cristiana de Barbastro, la llamada del Papa a los caballeros para su ayuda fue considerada la primera cruzada de la historia.
El año 1100 se considera la fecha de la conquista. La Catedral de Barbastro, mayoritariamente de estilo gótica pero con filosofía renacentista, se erige sobre la antigua mezquita, también abierta a visita. Por este motivo su torre está separada, ya que se utilizaba para llamar a la oración en la época árabe. Me quedé sorprendido cuando me enteré de que la torre original está dentro (lo que hay por fuera es como un sarcófago), que un caballero francés la quemó en 1366 y que en 1610 se hizo hexagonal.
Barrio del Entremuro
Cuando acabé de conocer las historias de este enclave, paseé hasta la parte más musulmana de Barbastro: el barrio del Entremuro. Sus calles estrechas, los edificios semi altos para que la mayoría del tiempo haya sombra y los huertos adosados a las casas me evocaron a un pasado no tan lejano. Me fijé en que algunas calles no tenían salida. Desembocan en espacio rodeado de varias casas. Se llaman adarves y van a parar a casas de la misma familia; de un tío, un hermano, un primo, etc.
Varios pasos más adelante, me senté en un banco de la plaza de la Candelera. Este sitio posee una gran importancia histórica. Sin darme cuenta, estaba sentado en el lugar donde se firmaron los esponsales de Petronila de Aragón con Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona. Después, subí muchas escaleras para llegar a lo alto de la Peñeta y ver de lejos el convento de las Capuchinas.
Pozo de hielo y centro
Como si de blanco o negro se tratase, del sofocante calor en lo alto de la colina descendí hasta el fresco del Pozo de Hielo. Rehabilitado hace unos años para sus visitas, dentro del pozo observé y conocí cómo se almacenaba tanto el hielo como la nieve hace 100 años y que acabaron sustituidos por neveras y congeladores con la llegada de la electricidad.
Una vez descubiertos estos peculiares almacenes, tocó volver al centro de la ciudad y caminar por el Paseo del Coso. Antes de entrar en la plaza del Mercado de Barbastro y hacer una visita a la mítica pastelería Biarritz, me paré en el busto dedicado al general Ricardos y conocí su historia.
Ya en la céntrica plaza, desde hace unos años peatonal, pude sentir la vida que albergan estos lugares. Con estilos arquitectónicos similares, el color amarillo de casa Calonge resalta sobre el resto. Por último, me enseñaron algunas curiosidades poco conocidas sobre el techo de los porches en esta plaza. Una total inmersión en la cultura más antigua de Barbastro, su conjunto histórico y el patrimonio más querido y conservado.
Visitas guiadas por Barbastro
La visita guiada al conjunto histórico de Barbastro las ha puesto en marcha este verano el Área de Turismo del Ayuntamiento, que preside Blanca Galindo. Barbastrenses y visitantes están invitados a recorrer, de la mano de un guía oficial, las calles y plazas de la ciudad, así como el Pozo de Hielo, que llevaba años cerrado. Las visitas se han programado para los lunes, jueves, viernes y sábados, con sesiones a las 10’45 y 12’15 horas por las mañanas y a las 18 horas por las tardes. Los domingos estarán disponibles solo por las mañanas, en los horarios citados. Son visitas gratuitas, que salen desde la oficina de turismo municipal en El Moliné. Oficina que, este verano, va a estar abierta los siete días de la semana.