Vivimos en un estado de bienestar. Disfrutamos, y hay que dar gracias por ello, de educación, sanidad y prestaciones sociales de las que papá Estado (y las tías Comunidades Autónomas) se hacen cargo. Pero, en una situación generalizada y no nueva, faltan profesionales.

Algunas de esas soluciones implican una reorganización del trabajo para optimizar los escasos recursos humanos. Ocurre en la sanidad y, visto lo visto, no se trata de una política de partido, sino una realidad que hay que gestionar.

No poder acceder a nuestro médico de cabecera en el momento exacto en que lo requerimos (cuando venimos haciéndolo así) enfada. Ya hace tiempo que casi nadie puede ir al médico de familia en el mismo día, o al siguiente. En algunos lugares, poblaciones pequeñas, aún pasaba. Y ahora han visto reducidas las horas de atención médica en su pueblo. Así lo han denunciado los alcaldes de Salas Altas y Salas Bajas.

Cierto que la situación depende de los gestores del Salud, pero también que todos debemos ser comprensivos con las dificultades del sistema para cubrir las plazas sanitarias en una zona de difícil cobertura.

Suponemos que esta también es la razón por la que las listas de espera para una consulta externa en el Hospital de Barbastro superan lo aceptable. Que traumatología acumule pacientes (casi un año de espera para una consulta) porque cada vez tenemos una media de edad más elevada no parece un argumento sólido. Aunque es el que esgrimía el anterior gerente del sector de Salud de Barbastro.

Lo grave e injustificable, en cualquier caso, es que los ciudadanos de este sector hemos tenido esta información secuestrada durante tres años y cuatro meses. El citado gerente lo justificó en una funcionalidad de un nuevo sistema electrónico. Confiamos en que, por lo menos, los gestores sí tuvieran acceso a los datos para poder trabajar en las soluciones y que pronto podamos ver una reducción en dichas listas de espera.