El año pasado Jesús Urrea cumplió sus 50 años como organista de Zaidín. Nacido en Ballobar lleva toda su vida vinculado a la parroquia.
-Un órgano de tubos. En Zaidín se pueden considerar privilegiados.
-En la iglesia de San Pedro en Fraga hay otro, pero se utiliza poquito. También en la catedral de Barbastro y en el santuario de Torreciudad. Y, que yo sepa, eso es todo en esta diócesis. Además, los organistas se cuentan con los dedos de una mano por lo que disfrutar de este sonido no se encuentra al alcance de muchos.
-¿Cómo entró en contacto con el órgano?
-De chiripa. La verdad yo era más de jota y de rondalla. Pero un sacerdote de Ballobar, mosen José Ramón Abadías, formó un coro con chicos jóvenes y ahí estaba yo. Pidió quién podía tocar el armonio y me presenté voluntario. Probé y probé y me lo tomé en serio. Primero estudié con Inma Beltrán en Fraga y luego con Marisol Mendive en Barbastro. Cada día, desde hace décadas, le dedico al órgano al menos media hora. Incluso durante el servicio militar, en Castellón, pude seguir tocando. En el órgano he encontrado mi gran afición porque mi trabajo es la agricultura.
-En Zaidín contaban con un órgano electrónico.
-Coincidiendo con la restauración de la iglesia, mosen Jaime Clusa me propuso la idea de un órgano de tubos y me gustó, pero costaban mucho dinero así que nos dieron la idea de adquirir uno de segunda mano. Buscamos por internet y lo encontramos en Pau. El dueño hablaba un español estupendo porque era profesor en el Conservatorio de San Sebastián e hicimos trato. Se trata de un órgano francés del siglo XX magnífico, construido como si fuera barroco, con caja y una estética preciosa. El órgano de Lourdes provine de la misma casa. Y el Ayuntamiento ayudó a pagarlo.
-Siempre se ha dedicado a la liturgia.
-Sí. Me vinieron a llamar de algunas orquestas, pero no me interesa. Para mí, tocar el órgano es un servicio más que presto a la Iglesia. Además, teniendo en cuenta el sacrificio que supuso, tanto para la parroquia como para el pueblo, el órgano no se puede quedar mudo.
En general acompaño al Coro Parroquial, adaptando el órgano a las voces.
-¿Qué ofrece este instrumento?
-Diferentes formas de sonar. La vida del órgano es la registración, la variedad.
Desde mi punto de vista, este órgano forma parte del patrimonio de Zaidín. Y, la verdad, me duele no haber encontrado todavía un sustituto. Los jóvenes muestran poco interés en los asuntos de la Iglesia y alguno que estudia música acaban yéndose a vivir fuera.
Aparte de las misas, organiza dos conciertos al año.
Con motivo de la Semana Cultural intento traer a otro organista y para Navidades, junto al Coro Parroquial, ofrecemos un recital con villancicos.