Álvaro Alcaine estudió Filología Hispánica en la Universidad de Zaragoza, donde le picó el gusanillo por la poesía. Ha participado en la revista iberoamericana Casapaís con su poema Écfrasis del sueño o harta divagación sobre nada. Además, es el impulsor de una antología poética de campus titulada Antología de Retaguardias. El viernes 15 conducirá una conversación literaria en Barbitania.
¿De dónde surge su amor por la poesía?
En primer lugar, creo que debo diferenciar entre cuándo empecé a leer poesía y cuándo empecé a ser consciente de leerla. La literatura ha estado siempre en mi casa a la orden del día. Pero realmente fue en la carrera cuando empecé a interesarme por el género. Una motivación que vino muy de la mano de conocer a personas a las que también les interesaba muchísimo el asunto, en concreto a mis amigos Juan y Daniel, grandes escritores.
Curiosamente, sí recuerdo el día que empecé a escribir: salí de una clase de literatura española de segundo de Bachillerato en la que llevábamos varios días estudiando el Romancero Gitano, de García Lorca, y me animé a hacer un romance del mismo estilo. Aunque fuese pésimo, me gusta verlo como un “borrador silvestre”, en palabras de Juan Ramón Jiménez, de todo lo que escribo ahora, ya no tan pésimo, quiero creer. En la actualidad, he tenido la inmensa fortuna de que uno de mis poemas, Écfrasis del sueño o harta divagación sobre nada, haya visto la luz en la revista Casapaís.
¿Y la inspiración para escribir?
Actualmente, estoy preparando un poemario que va muy en la línea del poema que antes comentaba, al que le tengo mucha fe. Voy escribiendo cuándo puedo, ya que en mi caso las musas tienen horario laboral y no siempre obtengo los resultados que busco. En cambio, muchas veces me pongo a escribir del tirón y sale algo que, al menos en ese momento, me gusta. No podría decir con claridad las cosas que me inspiran, que me mueven a escribir poesía. Muchas veces un poema surge tan solo de un verso, o incluso de una palabra, y, a partir de ahí, construyo el resto. Por eso admiro tanto a los poetas que, antes de escribir, tienen una idea clarísima de lo que van a hacer. Está claro que soy un poeta nada disciplinado.
Actualmente es el impulsor de una antologís poética, ¿cómo está siendo el proceso?
Una antología consiste en recoger textos de diversos autores y ponerlos bajo un mismo paraguas. En el caso de Antología de Retaguardias, recoge textos (en su mayoría, poemas) de estudiantes de filología de la Universidad de Zaragoza. Encontramos textos en diversas lenguas y, además, están presentes muchas maneras de concebir la poesía. Es decir, desde poemas más “tradicionales” hasta otros extremadamente vanguardistas. El proceso está siendo realmente enriquecedor y me gusta verlo como una especie de salón de estar en el que nos hemos reunido varias personas con las mismas inquietudes. Nada podía salir mal.
Leer en el instituto por placer. ¿Cuál es su postura sobre esto?
Decir que cada vez los adolescentes leen menos es común. Sin embargo, no creo que sea así del todo. Muchas veces les obligamos a leer cosas que no son de su interés, y, por ende, se desmotivan y desencantan con la lectura. Sin embargo, pienso que no es que no les guste leer, sino que aún no han encontrado el libro adecuado.
Además, percibo un cierto temor a los clásicos, los cuales se condenan automáticamente de aburridos. Y creo que es porque muchas veces los “sacralizamos” y encerramos en una torre de marfil, haciéndolos de este modo inaccesibles. Pero considero que algunos clásicos tratan temas que, aún a día de hoy, siguen interpelándonos directamente: al fin y al cabo, el ser humano lleva siendo ser humano desde hace ya mucho tiempo.
¿Y sobre las lecturas obligatorias?
Existe mucho debate: ¿por qué obligar a leer a alguien? ¿Esto no hará que odie la lectura? No les falta razón a aquellos que se preguntan esto. Sin embargo, sí considero que para que algo te guste, siempre tiene que haber un primer momento de “obligación”. Por ejemplo, los que aman tocar el piano es porque en un momento dado se les obligó a impartir clases de música. Pues lo mismo con la lectura.
¿Qué libros cree que los jóvenes deberían leer en el instituto?
Resulta difícil hablar de libros que todo joven debería leer. Sin embargo, sí podría decirte que, por ejemplo, Ana Alcolea ha atrapado a muchísimos jóvenes a la lectura. De hecho, aún recuerdo las ansias con las que llegaba a casa para poder continuar mi lectura de El medallón perdido. Aunque también podría mencionar otros nombres como David Lozano o, en el ámbito de la poesía, Marwán.
Recomiéndanos varias lecturas.
Primero una novela: Daniela Astor y la Caja Negra, de Marta Sanz. También cuatro poemarios: La civilización no era esto, de Aitana Monzón; Los niños no ven féretros, de Omar Fonollosa; Deshabitar el cuerpo, de María Martín Hernández; y Rupestre, de Celia Carrasco Gil. Todos ellos excelentes muestras de una poesía joven que, no tengo la menor duda, seguiremos leyendo durante mucho tiempo.