A ningún sacerdote se le escapa que nos está tocando vivir tiempos recios, marcados por la novedad y por un cambio de época. En el primer retiro que impartí con el presbiterio diocesano el 23 de febrero de 2015, al día siguiente de mi ordenación episcopal y toma de posesión, pregunté por EL RETO que teníamos como Diócesis.
Quedé conmovido al descubrir que la gran mayoría, confesaba la necesidad de una renovación interior de nosotros mismos como el elemento dinamizador de nuestra Diócesis. Y nos embarcamos, alentados por el Papa Francisco, en esta ardua y delicada tarea de recrear un nuevo modo de ser y de vivir el ministerio.
Vemos nuestro envejecimiento y la irrelevancia e incluso la hostilidad social. Y esto reclama de nosotros adentrarnos en el territorio de la fe y ser fieles a la llamada que un día recibimos por pura gracia divina.
Vivimos un tiempo eclesial convulso. Los abusos de todo tipo, no sólo sexuales sino también de poder, autoridad y de conciencia, son una piedra de toque para analizar y revisar, como aquel esclavo que junto al general triunfante que regresaba a Roma y era acogido con honores, le obligaba a tocar suelo recordándole que “era mortal”.
Nuestra iglesia es de pecadores, ciertamente, basta con mirarnos cada uno, pero también es santa: por las cosas santas que Dios obra a través de nuestra pobre mediación, por los santos (en nuestro caso los sacerdotes mártires), por el Santo. Hemos de ayudarnos unos a otros a descubrir en ellos la chispa de la GRACIA. Una de las situaciones que nos ha llevado a esta situación es la SOLEDAD de los sacerdotes. Nunca antes en la historia el sacerdote había vivido solo. Nunca había sido visto ni él mismo se veía como un “soltero” condenado a desaparecer.
El precio de una falsa independencia para amar más y mejor nos ha convertido en los últimos decenios en pobres hombres solos, que luchan por seguir siendo sacerdotes. De todo esto es preciso hablar entre nosotros. Y no como gerentes o altos ejecutivos que programan y dirigen a otros, sino como personas, como HERMANOS.