Sus raíces se remontan a Biescas, pero actualmente vive en la capital de Aragón, donde ejerce como investigador doctoral de la Universidad de Zaragoza. Adrián Gavín Lalaguna visitó Barbastro para ofrecer en la UNED una conferencia sobre los instrumentos de la Unión Europea contra la sequía. Una charla que se enmarca dentro de la Universidad de la Experiencia y que acerca UNITAS, un proyecto europeo en el que colabora la Universidad de Zaragoza junto a otras once universidades distribuidas en siete países.
¿Cómo actúa la Unión Europea frente a la sequía?
En el año 2000 aprobaron la Directiva Marco Europea del Agua que cambió el paradigma del momento. En vez de esperar a que sucediera el fenómeno meteorológico o hidrológico, como puede ser una sequía o inundación, decidieron prevenirlo y valorar los posibles riesgos. Por lo que, desde entonces, ya se trabaja en un escenario de prevención, aunque la Unión Europea debería actuar más. Los principales instrumentos que la directiva otorga se centran en que las confederaciones hidrográficas elaboren unos planes específicos de sequía que posteriormente se compartan con el resto de España e incluso de países de la UE.
La sequía o el cambio climático no se pueden controlar.
Aportaré un dato: en el año 2023 la producción agrícola de nuestro país se redujo a la mitad que en el año 2018. Cada vez tenemos mayores sequías por los fenómenos meteorológicos extremos, que a su vez vienen motivados por un incremento del cambio climático. No podemos poner unas barreras y que actúen solo una serie de países. Se debe trabajar de manera global a través de instrumentos como el Acuerdo de París o anteriormente el Protocolo de Kioto. Pero estos instrumentos, sobre todo el más reciente y el que está en vigor, se ha quedado, como aquí se dice, “en agua de borrajas” porque no llegan tanto como deberían.
Los estados solo se van a comprometer a lo que ellos quieran porque no existen medidas que los demás estados le puedan imponer. Hasta que los grandes contaminantes no tomen conciencia, como pueden ser India, China, Rusia o Estados Unidos incluso, y tengan una agenda ambiciosa de la lucha contra el cambio climático, no vamos a poder hacer nada, por mucho que la Unión Europea exiga muchas medidas… Una situación contraproducente y que genera muchas críticas porque cada vez imponen más restricciones como los coches eléctricos o las energías renovables. Muchas ideologías en contra utilizan esta situación para negar el cambio climático cuando verdaderamente se trata de una realidad que nos está afectando ya a día de hoy.
¿En qué situación se encuentran los embalses españoles?
El 30 por ciento de la población vive en situación de escasez hídrica y de sequía y el 40 por ciento del territorio sufre del denominado estrés hídrico, es decir, que necesita toda el agua posible. Esta situación ya no solo afecta a las personas, sino también a los propios ecosistemas que se modifican. Unas consecuencias que no se ven tanto a corto plazo, sino más a largo plazo.
¿Cómo pueden actuar las instituciones?
España es un ejemplo para el resto de países de la Unión Europea porque disponemos de unos planes contra la sequía bastante avanzados. Resulta una tarea difícil medir las consecuencias de una sequía, por lo que siempre existirán errores. Pero si no disponemos de esos instrumentos, la situación podría ser peor.
No obstante, a nivel institucional las confederaciones hidrográficas de los diferentes ríos de nuestro país trabajan muy bien. Atienden a todos los sectores que están implicados, tanto agricultores como empresarios o como el resto de las administraciones.
¿Qué opina la UE de los trasvases?
Partimos de la base de que no es partidaria de grandes obras hidrográficas ni de cambiar los cursos de agua de los ríos, que es lo que haría un trasvase. A la hora de optimizar el recurso, la UE contempla la posibilidad de hacer infraestructuras para mejorar y optimizar los recursos. No obstante, existen obras faraónicas que se platean en España en las que quieren llevar el agua a zonas en las que falta, desconociendo que de donde se supone que quieren sacar el agua también falta. Además, no piensan en los costes de esa obra ni tampoco en otro tipo de soluciones, que a día de hoy existen, como puede ser la optimización del recurso hídrico una vez tratado de manera correcta o el aprovechamiento el recurso hídrico marítimo a través del proceso de desalinización.
¿Son los malos de la película los agricultores y ganaderos?
Evidentemente no. Ya no lo digo solo porque en mi familia existan agricultores, que los hay y orgulloso de ello. Debemos entender que los agricultores se encuentran en una situación en la que dependen del agua para desarrollar su actividad. Siempre van a demandar una mejor infraestructura y una mayor disponibilidad del recurso hídrico porque a más disponibilidad y a mejor infraestructura, más reducción de costes y mayor nivel de producción tendrán.
Se pintan como los malos de la película, pero también creo que es una leyenda urbana porque ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos. No son los malos, lo que sí tienen es mucha carga burocrática, muchísimos costes en su producción. Se debe trabajar en reducir esos costes y en intentar facilitar su tarea que dese luego resulta imprescindible.
Si seguimos en esta situación, ¿cuál es el panorama de los cultivos de regadío?
Esos cultivos no se van a poder regar. Mucha gente defiende que contra la sequía se deben construir embalses y esa no es la solución. Aunque eso tampoco quiere decir que los embalses que ahora mismo están en construcción, como el de Almudévar, no se deban terminar. Pero tenemos que poner el foco en mejorar la infraestructura para que no se pierda ni una sola gota de agua y desde luego, vigilar mucho en qué se gasta cada litro de agua.