El informe PISA es un estudio internacional que, desde el año 2000, evalúa el rendimiento académico de alumnos de 15 años en diversos países. Se evalúa la capacidad para comprender textos, razonar ideas y argumentar con lógica. También la capacidad de resolver problemas matemáticos y de comprender conceptos científicos. Lo cierto es que los resultados de esta última consulta ha sido desastroso en España, los peores desde el inicio del informe. Han sonado las alarmas ante tal desastre de modo que todos están buscando fallos y cómo solucionarlos.
Es cierto que la pandemia dejó huella en las vidas de niños y adolescentes, pero también es cierto que eso no es justificación para haber sacado las peores notas de la historia del PISA. Hay que analizar despacio qué es lo que ha pasado. Yo, de entrada, me atrevería a subrayar tres cuestiones que creo han influido en este suspenso morrocotudo:
- En primer lugar, la vertiginosa evolución de la técnica. La informática ha cambiado la manera de pensar y razonar. La reflexión del libro, la interiorización lenta de lo que se lee, ha sido sustituida por el vértigo de la informática que soluciona aceleradamente los problemas. Ahora, más que aprender a pensar se enseña a buscar; más que a redactar y expresarse, se enseña a copiar conocimientos.
- Por otra parte, la multiplicidad de leyes educativas en nuestro país es incomprensible. Si mis cálculos no fallan, estamos en la ley número 10 de las habidas en la democracia. Cada grupo que llega al poder cambia la ley que puso el gobierno anterior. Es absolutamente imposible que los enseñantes puedan asimilar las efímeras novedades legales permanentes. No se ha llegado a un pacto educativo, ¿qué éxitos esperamos entonces? Las leyes de educación se hacen con criterios políticos, no educativos.
- Además, el eterno, cansino y aburrido debate entre educación pública y concertada hace que la clase política busque en la escuela una actitud de permanente enfrentamiento; así, educadores excelentes de la escuela pública y la concertada parece que tengan que estar condenados a un litigio permanente entre ellos.
Es sólo una opinión, mi opinión. Lo que es incuestionable es que la educación española ha suspendido y, por ende, también los responsables políticos y educativos han sacado un suspenso de libro. En otros tiempos tendrían que repetir… Ahora, pasarían directamente de curso.