En la tarde de este martes iba en Metro a la presentación de la tercera novela de la barbastrense Inés Plana y pocos no leían en digital, excepto 20 Minutos en papel y que cuenta con una edición digital de primera, muy leída.
Acompañamos a Inés un nutrido auditorio en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés, con alta y participativa asistencia nada frecuente en estos lares. Muchas preguntas, en coloquio llevado por Marta Robles, y hechas por lectores muy fieles que siguen a Inés desde su primera novela. Se lee mucho, no sé si muchos, pero se lee, y los que leen lo hacen mucho.
Una semanas antes asistí al Congreso de Periodismo Digital de Huesca, que coincidió con la presentación de la nueva etapa de este semanario, ofreciéndonos ambos eventos unos puntos para la reflexión. Si en mi anterior colaboración daba cuenta de las nuevas empresas de medios informativos que han surgido en España, ahora siguen datos esperanzadores.
Lo escribía un veterano como Iñaki Gil en El Mundo, dando cuenta del éxito de las ediciones digitales de algunos medios estadounidenses y que le llevaban a titular “La edad de oro de la prensa. El negocio está vivo, pues. Y el modelo de pago es el rumbo correcto”.
Los datos de crecimiento se refieren a nuevos abonados, principalmente digitales, más ingresos por pagos de los lectores, más publicidad digital. ¡Qué envidia!
Al margen de las peculiaridades del mercado norteamericano, Iñaki Gil, que cuenta con una dilatada experiencia, destaca el esfuerzo en reforzar las plantillas y en la información o servicios que se ofrecen a los suscriptores.
Es claro que la calidad siempre tiene premio y que en parte depende de la dedicación de los profesionales, motivados, ilusionados, acompañados y dignamente remunerados. Y entre los servicios más contratados señala los de los crucigramas y las recetas de cocina.
La conclusión de nuestro colega citado es que la prensa está a las puertas de una edad de oro a condición de tener contenidos (y periodistas que los fabriquen) y editores que crean en el periodismo y sepan comercializar, además, recetas de cocina y crucigramas, es decir, temas que interesan a la audiencia.
Es claro por tanto que son necesarios contenidos de calidad, junto a una buena gestión, autopromoción y estar presentes en los grandes temas que preocupan a las sociedades locales.
Entre las voces del Congreso de Huesca, Jordi Juan, director de La Vanguardia, dio también unas pistas interesantes, después de que su corresponsal Beatriz Navarro recogiera el Premio José Manuel Porquet y resumiera la tarea del informador: “ir, escuchar, preguntar y contar”. Nada más y nada menos.
Pues Jordi Juan habló de varias cuestiones claves: de lo digital como una oportunidad, de la marca consolidada que da confianza y credibilidad tras lustros de trabajo, de honestidad, de proximidad con los lectores a los que se explican las decisiones, con suscriptores cuya opinión se busca, de pluralidad, de amenazas, de tecnología y, sobre todo, de lo que llamó estilo Vanguardia: es decir, ser lugar de encuentro, calidad, innovación, serenidad, moderación.
Pensaba después en los mensajes que resumían la presentación de El Cruzado en las distintas intervenciones y me alegró comprobar los paralelismos y coincidencias entre los medios más importantes y aquellos otros más modestos que luchan por el servicio en comunidades pequeñas, por aunar en la propuesta de proyectos que involucren e ilusionen, que sumen.