Concluye hoy en Huesca el Congreso de Periodismo en el que se habla de Inteligencia Artificial (IA) y periodismo milenial, e incluso se propone un diálogo entre el viejo y el nuevo periodismo, en el 25º aniversario de esta cita de referencia nacional. Desde que echara a andar, con el adjetivo de digital y asomado a las sacudidas de las nuevas tecnologías, el contexto social, y con él el periodístico, ha mutado en una espiral vertiginosa.
La IA ha irrumpido en la industria periodística con promesas de eficiencia, velocidad y personalización, con algoritmos de recomendación, redacción automatizada y capacidad casi ilimitada de generar contenido con rapidez. Y a bajo coste. Sin embargo, esta formidable oportunidad no está exenta de peligros, algunos ya tan manidos como información engañosa que propicia la manipulación y la polarización de la opinión pública. La capacidad de la IA para generar contenido plantea interrogantes sobre la autenticidad y la credibilidad de las noticias, pero también sobre el sesgo algorítmico y privacidad de datos.
Ante estos riesgos, es fundamental que los profesionales del periodismo y el público seamos capaces de distinguir entre el contenido generado por humanos y el generado por IA. ¿Cómo? Ahí está el reto. Europa quiere afrontarlo con una ley de Inteligencia Artificial que pretende dar respuesta a esos desafíos. Pero no bastará.
Los medios de comunicación tenemos la responsabilidad de transparentar el uso de la IA y los consumidores, la de desarrollar habilidades críticas para evaluar la credibilidad y la fiabilidad de las fuentes de información. En última instancia, la respuesta quizá se halle en el equilibrio entre la innovación tecnológica y la preservación de los valores fundamentales, de manera que el periodismo siga siendo una fuerza vital para la democracia y la sociedad en su conjunto.