El periodista y escritor barbastrense Mariano Gistaín visitó su ciudad natal para presentar, de la mano de Librería Castillón, su novela Nadie y Nada. El acto tuvo lugar en la capilla de Santa Ana, en la plaza del Mercado, gracias a la colaboración de la cofradía de Santa Ana. En la presentación, que se celebró el pasado 18 de septiembre, Mariano Gistaín comentó su novela con la bloguera Rita Piedrafita y con Rafael Yuste, de Prames, editorial que está a punto de lanzar una segunda edición.
¿Qué va a encontrar el lector cuando abra ‘Nadie y Nada’?
Dos personas que no se conocen, no tienen recuerdos ni saben quiénes son empiezan a hablar a ver si salen de una situación en la que parece que no hay salida. Además, comprueban que son intercambiables.
De nuevo, se adentra en los límites entre la realidad y la realidad virtual. Límites muy difusos…
Ya no distinguimos entre la vida del móvil que interpreta nuestros sueños y la vida analógica. A veces estamos juntas dos personas y cuando una quiere decir algo la otra no puede atender porque está enfrascada o concentrada en su pantalla… y viceversa. Creo que Nadie y Nada refleja la vida cotidiana, los miedos y esperanzas de cada día con las preguntas esenciales de siempre… y un poco de humor.
Todo en una novela dialogada, como si fuera una obra de teatro. ¿Por qué este formato?
Podría decir que pensé que era el más sencillo y más adecuado para la velocidad de lectura y para los tiempos que vuelan, algo con frases muy cortas y dos personajes… Pero no fue deliberado. Así como Familias raras, del que publicasteis un cuento en El Cruzado, llevaba muchos años cociéndose, Nadie y Nada salió de un tirón.
¿Cómo es posible que dos conceptos que aluden al vacío (nadie, nada) den para reflexionar sobre tantas otras ideas?
Los o las protagonistas –porque tampoco saben si son hombres o mujeres– parten del vacío para buscar su identidad y su papel en el mundo. La desesperación de no ser nada es el motor de su búsqueda. ¿Quién no se ha sentido insignificante y perdido alguna vez? Al partir de cero estas personas son más libres para inventar.
A lo largo del libro el lenguaje adquiere una importancia suprema. Permite ir tomando conciencia.
El lenguaje es la realidad, tal como dicta la frase bíblica “y el verbo se hizo carne”. Sin palabras estamos perdidos, sin palabras no hay carne: el ADN lo representamos con cuatro letras. Estas personas que no tienen nada y no saben nada crean un mundo a fuerza de hablar, igual que hacemos nosotros. Todo lo que ha construido la humanidad, desde el Estado al fútbol, funciona con metáforas.
‘Nadie y Nada’ se vende bien, el editor dijo en la presentación en Barbastro que va salir la segunda edición.
Gracias a los lectores y a la confianza de Rafael Yuste, director y editor de Prames y excelente poeta, Nadie y Nada no están solas… o solos. Estoy muy contento y los personajes aún más. Nadie y Nada intentan buscar a su público, y parece que lo van encontrando: las lectoras y los lectores de Nadie y Nada les dan la vida y los sacan a la realidad, si es que existe.
Dice que “no ser nada es la condición para ser todo”. Le ha salido un libro muy filosófico.
Salen las preguntas de siempre pero abreviadas por la urgencia, es filosofía en una moto sin frenos. Por ejemplo: si alguien crea a otros seres quiere que prosperen porque si no ese alguien no tiene sentido… si se queda solo se aburrirá. Al menos el razonamiento que cita les sirve a los personajes para animarse y seguir adelante: al no ser nada podemos ser lo que queramos. A veces demasiada identidad y demasiadas cosas agobian.
En la novela, liga recuerdos a identidad. ¿Qué recuerdos de Barbastro hacen que Mariano Gistaín sea Mariano Gistaín?
Barbastro es mi familia y mi infancia. La familia se renueva y crece con mis sobrinos Alonso, Olivia, Elsa y Telmo. Mantener vivo al niño que fuimos ayuda a ser feliz así que la fórmula es fácil: Barbastro a tope. En la Biblioteca Municipal, que fue palacio de los Argensola y de Harri Gómez, pasé ratos inolvidables, empezando por los cuentos de Tintín. Además, hay unas librerías estupendas y está El Cruzado, donde publiqué mi primer artículo.