Los guías turísticos constituyen una puerta de entrada a la historia del lugar y al recuerdo. Dan la cara y según nos trate un guía, nos llevaremos una impresión favorable (o no) del sitio y de su gente. Resulta inevitable, el cara a cara, el trato humano siguen pesando a la hora de las visitas. En esta ocasión hablamos con Carlos Latorre, informador del Museo Diocesano de Barbastro.
Echando un vistazo al libro de visitas vamos saltando de un país a otro. Alemania, India, Colombia, Italia… hasta Tanzania. Impresiona la diversidad geográfica. Sin embargo, todos estos viajeros repiten las mismas palabras en distintos idiomas cuando hablan de quienes les enseñan el Museo de los Mártires Claretianos de Barbastro: “Hospitalarios y amables”.
Carlos Latorre lleva once años mostrando, a todo el que quiera, este lugar que da testimonio de la fe. “Estos chavales, que apenas habían cumplido los 20 años, no abandonaban el seminario claretiano. No llevaban parroquias, no andaban metidos en política. ¿Por qué los mataron? Por la fe”. Y añade una particularidad, “nunca salieron de Barbastro”.
Natural de San Esteban de Litera, Latorre entró pronto en contacto con los Hijos del Inmaculado Corazón de María. “Mi madre me trajo aquí con 12 años para que los conociera”. Se formó como claretiano en Barbastro y, a pesar de estudiar también en Roma, se reservó para ordenarse sacerdote en El Pueyo en 1967 de la mano del obispo Jaime Flores. “Siempre he sentido un vínculo especial con estos mártires que, además, se ha vivido dentro de la orden”.
Ahora, como guía, afirma sin titubeos que nunca se cansa. “Sigo aprendiendo de ellos porque no cuento una historia sin más; sino algo vital, un testimonio. Además, según las preguntas que me hacen, cada visita cambia”.
Latorre abunda en el significado del Museo de los Mártires Claretianos y sólo recuerda una vez, hace muchos años, cuando una persona no finalizó la visita. Pero prefiere no darle importancia. Y se queda con lo vivido el pasado verano. Entre el 28 de julio y el 5 de agosto de 2023 pasaron por estas instalaciones más de 3.000 personas. Jóvenes que iban o venían de participar en Lisboa en la Jornada Mundial de la Juventud. “No sé cómo lo pudimos hacer… Yo me defiendo en italiano y el padre Antonio habla inglés. Aunque he de decir que muchos de estos grupos venían preparados y con guía propio”.
Latorre señala que a la gente le impresiona la cripta, “impacta”, en sus propias palabras. Las instalaciones de este museo se remodelaron hace unos meses e incluyen códigos QR para las explicaciones. No obstante, se hace poco uso porque en grupos pequeños, “que aquí son la mayoría, la gente prefiere el cara a cara.
Sé que, por el tema, nos encontramos ante un museo específico. Sin embargo, todos los barbastrenses deberían saber que existe, lo visiten o no”, concluye.