La baja de un empleado en cualquier empresa implica una reorganización y, casi siempre, la buena voluntad de sus compañeros para tratar de que el trabajo salga en tiempo y forma. Sin duda, no se pueden igualar todas las empresas y suponer que una misma situación (una baja, por la razón que sea) comporte lo mismo para todas.
Dos sectores, vitales para el buen funcionamiento de una sociedad, son la salud y la educación. Nos detenemos en una categoría, la de auxiliares. En el primero, una baja anunciada se cubre casi de inmediato, a través de un sistema en el que se ofrece el turno a los compañeros o se tira de una bolsa de empleo.
En el segundo, desconocemos la razón, una baja puede permanecer semanas sin cubrirse. En Barbastro, en el CEIP La Merced, la Administración sabe que debe cubrir las bajas de dos de las tres auxiliares de educación, desde hace tres semanas. Mientras, ha quedado una sola profesional para una treintena de alumnos que necesitan algún tipo de apoyo.
Sin duda, esto repercute en el funcionamiento del centro. Ya no se trata solo de que no acude a su puesto quien debe permanecer en las clases junto a quien requiere mayor atención. Es que resulta que el resto de sus compañeros ven cómo el ritmo habitual de las sesiones varía porque falta ese apoyo
Sea por razones administrativas o económicas, el sistema para cubrir las bajas en el ámbito de la Educación no funciona bien. Y debería revisarse. El colegio no es el lugar en el que dejamos a nuestros hijos durante nuestra jornada laboral. Se trata de un servicio básico para su formación y educación. No cubrir este tipo de bajas puede desembocar en que termine faltando más profesorado. Acercándonos a las situaciones particulares que viven muchos maestros y maestras, casi hay que agradecer su buena voluntad para no terminar de baja.