Coco Samper pasó su infancia y juventud entre Visalibons, Graus y Barbastro. En esta última localidad estudió Bachillerato. Con 9 años llegó el diagnóstico de diabetes tipo 1. El impacto que supondría en su vida se dejó sentir, sobre todo, durante la adolescencia.
Dicen que juventud y diabetes no se llevan muy bien.
La etapa adolescente se vive con rebeldía frente a la diabetes. Yo misma atravesé unos años complicados. Por ejemplo, tus amigos comienzan a beber alcohol y tú también quieres hacerlo. Aunque a ti te siente muchísimo peor y te sume en un vaivén de glucosa.
No podía llevar la vida normal de los otros. Me costó aceptar la enfermedad. Cuando acudía a los campamentos de jóvenes con diabetes pensaba que el resto lo llevaba genial. La verdad, también ellos sufrían. Algunos sanitarios me entendían, otros no, sólo les preocupaba el nivel de glucosa. Durante aquellos años el control de mi diabetes dejó que desear.
A veces, al pensar en este diagnóstico, se nos olvida la parte emocional.
Yo recomiendo que, además de cuidar tus hábitos, uno le preste atención a su salud mental. Para llevarlo bien hay que aceptarlo.
El manejo puede resultar complicado.
Exige un autoconocimiento profundo. No sólo por el tipo de comida, su cantidad o la insulina. Sino por que otros factores como la calidad del sueño, el nivel de estrés, el estado de ánimo también inciden.
Yo como saludable y de todo. Sólo he eliminado el azúcar blanco refinado. Sin embargo, el manejo de la diabetes tipo 1 resulta más intenso que la tipo 2. Con tipo 2, muchos podrán ingerir alimentos con fibra e hidratos –como legumbres– sin apenas problemas; con tipo 1, te pinchas siempre.
Aunque en los últimos años la tecnología nos está ayudando a mejorar el control. Nos libera de algunas decisiones. No obstante, debemos estar siempre pendiente.
No practicaba mucho deporte.
Y he cambiado por la diabetes, porque he entendido que debo mantenerme activa. Ahora practico powerlifting (ejercicios de levantamiento de peso). El manejo de la glucosa también varía con los deportes.
¿Se priva de algo?
Me gusta comer y cocinar. Si salgo a cenar, sé que esa noche dormiré peor porque me despertaré por la noche para controlar mi glucosa.
¿Influyó la diabetes en su decisión de estudiar nutrición?
Desde luego. Y deseo poder ayudar a los diabéticos en mi consulta. Además, me especialicé en salud hormonal femenina. En la carrera observé cómo se le prestaba atención al tipo 2. Pero del tipo 1, nada.
La primera vez que, con 9 años, sus padres la llevaron al centro de salud, no le hicieron mucho caso.
Llevaba aproximadamente un mes con mucha sed, cansada, irritable… Mi madre ya estaba alerta. Pero cuando llegué a vomitar me trasladaron al centro de salud. Ella pidió una prueba de glucosa que pospusieron hasta el lunes y me enviaron a casa.
Seguí vomitando y ya mis padres me trajeron a Urgencias del Hospital de Barbastro. Aquí, el diagnóstico llegó enseguida y comenzó el proceso de información y el tratamiento. Me derivaron a Zaragoza donde permanecí en la UCI dos días e ingresada otros.
Mi madre, de buena fe, llamó al centro de salud para informarles de lo ocurrido y así, al alertarles, evitar que se repitiera este episodio.