Barbastro

Arturo Carvajal: «Un padre me contó que con mi reto vio que su hijo podrá hacer de todo»

El barbastrense ha finalizado su reto ’16 cimas con diabetes’, que inició para visibilizar esta enfermedad. El jueves 28 participa en las Jornadas Montañeras contando su experiencia

Arturo Carvajal Martín finalizó su reto '16 cimas con diabetes' en el pico Aneto. Foto: Cristina Lanau
Cristina Lanau Carpi Lanau Carpi
20 noviembre 2024

A Arturo Carvajal le diagnosticaron diabetes tipo 1 en 2019, a los 26 años. En 2023 inició el reto ’16 cimas con diabetes’ para visibilizar esta enfermedad, de la que hablará en las próximas Jornadas montañeras.

¿Cómo vivió su diagnóstico? 

Como un mazazo. Conocía la diabetes por mi hermana pequeña, a quien se la diagnosticaron cuando solo contaba con un año de edad. Pero hasta que no me ha pasado a mí, no he tomado consciencia de todo lo que supone esta enfermedad. Pasas de no pensar en absolutamente nada a estudiar constantemente qué he hecho y qué voy a hacer para saber ajustar la insulina que me pongo. Al principio sufrí un periodo de estrés grande, pero tuve la suerte de contar con la ayuda y apoyo de mis padres y hermana, expertos todos ya en la materia.

¿Cómo se le ocurrió el reto? 

A raíz de investigar mucho y de hablar con otros amigos diabéticos, descubrí los beneficios del deporte para la enfermedad. Yo ya lo practicaba con anterioridad, pero no de forma regular. Hablé con varios deportistas diabéticos, algunos que incluso hacían absolutas locuras, y conocer sus experiencias me animó. También me ayudó mucho un endocrino que me abrió los ojos y explicó muy bien en qué consiste la diabetes. Así, cada año me proponía un reto personal hasta que en 2023 decidí intentar ir por toda España mostrando a otros diabéticos que se puede hacer de todo, para que pierdan el miedo y se motiven a hacer lo que les gusta. 

Ahora ya lo ha finalizado, ¿ha cumplido su objetivo?

Creo que sí. Lo inicié porque se oye mucho hablar de la diabetes, pero se desconoce realmente su funcionamiento. Ahora muchas perdonas han seguido el reto y, por ejemplo, un padre me escribió para contarme que mi experiencia le ha servido para darse cuenta de que su hijo, a quien le acaban de diagnosticar, va a poder hacer lo que quiera. Solo por mensajes como este ha merecido la pena el reto.

¿Con qué se queda?

Con los amigos que me han acompañado, así como del apoyo que he recibido. Y la visibilidad, claro.

¿Algún susto en la montaña?

La cima de Extremadura se me hizo larguísima y me sucedió algo que nunca me había pasado. Constantemente me bajaba el azúcar. Comía cada veinte minutos, y yo siempre llevo alimentos de sobras, pero veía que me estaba quedando sin existencias y que no remontaba. Psicológicamente se me hizo muy duro porque me notaba cansado, con la cabeza más lenta y, encima, en la montaña…

En la montaña no dispone de toda la comida que quiere…

Al principio funcioné con prueba y error. Ahora ya he encontrado una fórmula que me funciona y que repito. Pero cada cuerpo funciona de una manera distinta y cada uno debe adaptarse al suyo.

De este reto también se lleva recuerdos muy buenos…

Muchos. Por ejemplo, la ascensión al Aneto con cinco de mis amigos. Se trata de la primera y última cima en la que hicimos noche bajo las estrellas. Finalizar el reto allí y con esa compañía fue espectacular e inolvidable.

¿Falta educación en la sociedad respecto a la diabetes?

Sí, pero no solo en la sociedad, también en los propios diabéticos. Nos hace falta mucha más educación, acompañamiento y más continuidad en el seguimiento. Por ejemplo, a mí en la pública me visitan una vez al año y creo que tendrían que hacerlo, mínimo, cada tres meses. 

Así que yo he decidido visitarme una vez al mes por la privada porque siempre debo ajustar algo. Cambian los hábitos y hormonalmente el cuerpo también. Debemos llevar un buen control porque de aquí a un año a mí me han podido cambiar mil cosas. O nos enseñan bien a realizar esos cálculos a nosotros, o nos visitan más a menudo. De esa manera, también les podemos explicar cómo actuar en caso de emergencia a los que nos rodean.

La diabetes no es un juego. 

Exacto, y creo que nosotros, los propios diabéticos, también debemos asimilarlo. Porque, por ejemplo, mucha gente se despreocupa inconscientemente porque no sabe cómo actuar o gestionarlo. El caso que más se repite es que siempre se encuentran altos. Como no les pasa nada en el momento, no pasa nada, pero a la larga entraña riesgos porque se deterioran los nervios y arterias… Por eso, a veces, se asocia la diabetes a las amputaciones. 

¿Próximo reto? 

He pensado algunas ideas, pero aún no me he decantado por ninguna porque sigo recuperándome de la lesión. El año pasado me rompí el tendón de Aquiles y tuve que parar el reto un año, cuando tan solo me quedaban cuatro cimas.

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