Hoy os invito a profundizar en la oración meditativa. Meditar es leer la Palabra de Dios reflexionando y buscando comprender lo que el Señor nos dice y aplicarlo en nuestra vida.
La oración meditativa es una reflexión activa que nos permite acercarnos al misterio de Dios. En esta forma de oración, no solo pensamos en las palabras de la Escritura o en un acontecimiento de la vida de Jesús; también dejamos que estas realidades resuenen en nuestro corazón.
En la meditación, buscamos comprender lo que Dios nos dice en nuestro contexto personal y familiar, discerniendo su voluntad en medio de nuestras preocupaciones y deseos. La meditación requiere tiempo, calma y apertura de corazón. Nos invita a apartarnos de las distracciones diarias y a dedicar un momento específico para entrar en diálogo con Dios, permitiendo que Él hable a nuestro interior y nos guíe.
Existen varios métodos de meditación. Dos de los más conocidos son:
- Lectio Divina: Una forma de oración que incluye cuatro pasos: lectura, meditación, oración y contemplación. En la lectura leemos un pasaje de la Escritura. Luego, en la meditación reflexionamos sobre su significado en nuestra vida. La oración nos lleva a hablar con Dios en respuesta a lo que hemos meditado. Finalmente, en la contemplación descansamos en Dios, experimentando su paz y su presencia.
- El Rosario: Aunque es una oración vocal, el Rosario se convierte en una forma de meditación cuando reflexionamos en los misterios de la vida de Jesús y María. Al recorrer los misterios gozosos, dolorosos, gloriosos y luminosos, nos sumergimos en la vida de Cristo, dejándonos inspirar y transformar por cada momento de su historia.
Orar nos ayuda a comprender mejor quién es Dios y quiénes somos nosotros en su plan. Orar nos lleva a un cambio de vida. La meditación permite ver nuestras vidas desde una perspectiva de fe. Al meditar, descubrimos que Dios está presente en nuestra vida y que nos llama a vivir en su amor y a responder a su llamada cada día. Dios nos da la paz y esperanza que solo Él puede dar.