El cronista encargado de hacer esta crónica, consciente de que en estas fechas no es de personas de buena crianza dar malas noticias, estuvo buscando y releyendo diarios y revistas por ver si encontraba alguna buena nueva que ofrecer a los lectores.
Cuando ya casi había tirado la toalla, por fin la encontré. Según declaraciones de este mismo mes se diciembre a La Vanguardia, la doctora Susan Greenfield –de profesión neurocientífica, rectora de la Universidad de Edimburgo y baronesa de la Cámara de los Lores– ha patentado un medicamento que cura el Alzheimer. Lo hace en nombre de la empresa Neuro-Bio, una start up de la que es directora. El fármaco ya ha sido presentado para su autorización y ella está segura de que funciona. Y remata su argumentación diciendo que su equipo de investigadores ha descubierto que el Alzheimer se contrae porque algunas neuronas del cerebro –que son protectoras en la juventud de las personas– se vuelven tóxicas cuando envejecemos.
Lo más sorprendente de esta noticia importantísima es que se trata de una enfermedad que la pillas o no la pillas, y no siendo un proceso de degeneración causado por la edad , se puede curar. Si es así, digo yo, las personas que tienen familiares con Alzheimer deberían estar más tranquilas pues tendrían los mismos números en esta dramática lotería que los que no los han tenido.
Personalmente considero esta la mejor noticia de todas, en un año repleto de guerras y catástrofes. Una noticia importantísima y colosal, porque las enfermedades degenerativas del cerebro afectan a millones de personas y nos preocupan a todos.
Hasta aquí la alegría. Pero hete aquí, que unos minutos antes de escribir estas líneas, leo en el mismo diario un breve artículo del doctor jefe de la unidad correspondiente del Hospital Clínico de Barcelona que viene a decir –sin citar a su colega británica– que no existe hoy una cura definitiva, aunque ofrece una de cal y otra de arena mencionando asimismo los múltiples avances, sobre todo en la detección del problema.
Y reconociendo que ya hay fármacos pendientes de aprobación en España que retrasan la evolución de la enfermedad. Bueno, yo pienso que ambas noticias aparentemente contradictorias pueden ser a la vez veraces y en realidad muy alejadas de las fake news, teniendo en cuenta que nada está aprobado del todo. Yo me quedo con la música más positiva de ambos mensajes.
A ver, ambos pregoneros tienen suficientes credenciales para decir lo que dicen y tal vez su aparente disputa sea una escaramuza más entre los científicos, que las hubo más gordas en todas las épocas. Al fin y al cabo, somos humanos. Por favor, alégrense y no dejen de celebrar las fiestas que vienen. Pastores venid, pastores llegad. (Y este año más que nunca).