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Pedro Escartín Celaya A cuatro manos
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¡Mal empezamos!

Pedro Escartín Celaya A cuatro manos
09 enero 2025

La Dirección del periódico acaba de avisarme que he de escribir mi “A cuatro manos” antes del lunes y, en esta ocasión, me ha cogido con el pie cambiado, pues yo calculaba mi colaboración para una semana más tarde, pero no hay tiempo para lamentos, y menos al comenzar el año; así que me he puesto a recordar algo relevante ocurrido en los últimos días, además de la Navidad en sí misma, y puesto que ya ofrecí a mis lectores un relato navideño hace pocos días, he pensado que lo más notable ha sido el discurso del Rey.

No pretendo comentar las palabras del Monarca, que a estas alturas ya han sido suficientemente aireadas por comentaristas políticos y sociales más cualificados, sino compartir con mis amables lectores la exclamación de un humilde hombre del pueblo, que da título a estas líneas.

Los comentarios de los que saben y conocen la deriva de este país (o de los que eso piensan de sí mismos) han coincidido en subrayar la llamada de Felipe VI a frenar el ruido del debate político y a escuchar la demanda de serenidad que llega desde la ciudadanía, así como en señalar que el camino para conseguirla es el consenso. ¡Qué lejanos parecen aquellos tiempos en los que los pactos hicieron posible el acercamiento de unos españoles enfrentados a muerte por los traumas de una guerra civil! En medio de los conflictos, nada es más razonable que dar voz al respeto, si se quiere alcanzar una solución.

Por eso me ha causado un hondo pesar el saber que unos pocos políticos (¡menos mal que han sido pocos!) califican las palabras de Rey de “decepcionantes y derechizadas”, como si el ser proclive a la derecha (o a la izquierda) fuera criterio válido para enjuiciar el acierto de los diagnósticos sobre los males que amenazan al país y alcanzar su solución. De una vez por todas se precisa una nueva actitud ante el debate político, actitud que no es nueva ni desconocida, aunque sí olvidada en los últimos tiempos, actitud que reconoce que lo nefasto no es lo que piensa mi adversario sino mi polarización en un bloque que considero bueno porque es el de los míos. ¡Mal empezamos este 2025, si queremos hacer de él un año en el que demos voz al respeto!

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