El martes 11, Milagros Mur Arazo, nacida en Berbegal en Casa Carretero, se unió al club de los centenarios. Y lo celebraron por todo lo alto, jotas incluidas, en la residencia de Altorricón donde vive desde hace 11 años.
Enhorabuena, 100 años. ¿Cómo transcurre su día a día?
Todos los días camino un ratito con el andador. Por la mañana, vemos la misa en la tele. Y por la tarde, rezamos el rosario en Radio María. También salgo al jardín y me gusta la gimnasia pasiva. Aquí somos pocos, como una familia y nos cuidan muy bien.
Vivió en Berbegal y en Monte Odina. ¿Qué recuerda de sus padres y de su familia?
Mis padres eran: Antonia y Manuel y éramos cinco hermanos: Manolo, Antonier, yo, Teresa y Antonia.
Mi padre, muy trabajador, cultivaba la tierra. Mi madre cuidaba de la casa y de nosotros. Y sabía bordar muy bien. Nosotros, ayudábamos también en el campo y en casa. En verano, en el campo a dar gavillas, escoger la garba (paja) con los brazos y mi padre los ataba con un fendejo. Llevaba el almuerzo y la comida a mi padre en la época de recolección porque se quedaba en el pajar o en la caseta a dormir y guardar lo cosechado.
Mi hermano Antonier me enseñó a fregar. Yo me subía a una sillita ya que no llegaba a la fregadera.
Recuerdo a mi familia siempre muy unida porque así nos educaron y así ha sido siempre.
De su niñez, ¿y la escuela?
Había dos pisos, dos clases en cada piso, separados los chicos de las chicas. Se estudiaba en un único libro y nos enseñaban labores.
Y estalla la guerra civil.
Guardo muchos detalles. Por ejemplo, de bajar a la bodega a refugiarnos cuando venían los aviones. Acudían vecinos, la bodega tenía comunicación con la bodega de la casa vecina, con casa El Herrero. Y una vez vinieron de casa Sorribas, y preguntaron si cabían. Mi madre dijo que sí, aunque fuese encima de las cubas del vino.
Mis dos hermanos fueron a la guerra. A Antonier le tocó del lado de los rojos, y a Manolo de los nacionales. Mi madre sufría mucho por ellos. Del mayor no supimos nada hasta que Berbegal pasó a los nacionales, y ya pudimos verlo. Y entonces, no sabíamos de Antonier.
Durante la guerra, en Berbegal, solamente mataron a dos personas: al farmacéutico y a un policía, sobrino del general Mas.
En otros pueblos cercanos, mataron a muchos.
Teníamos las cosechas en las casas, pero pasaban los del ejército y se lo llevaban. También rompían los santos. Vinieron a buscarlos y mi madre les bajó un cuadro de San Juan el degollado. Y lo tiraron al suelo rompiendo el cristal. Otros dos cuadros, ella los escondió: el de la Virgen del Carmen y el de San Antonio, hecho a punto de cruz cuando ella tenía 9 años.
Después los bajó mi padre a la era, hizo un agujero en el suelo del pajar y los tapó con paja.
En la iglesia pasó lo mismo. La utilizaban como garaje de carros y aperos. Al finalizar la guerra algunas familias compraron santos para la iglesia.
Mi madre era muy buena, y recuerdo ir a llevar con ella comida a una familia que pasaba necesidad, pero sin saberlo nadie.
¿Cómo era la vida en el pueblo en su niñez y juventud?
Las casas eran humildes, pero todos tenían trabajo y alimentos. No recuerdo haber pasado hambre, pero se comía lo que había. Se hacía el pan en las casas, y en la guerra, era pan negro (con salvado).
El agua, la teníamos que ir a buscar a la fuente de San Gregorio. Mi padre iba con un burrer que llevaba cuatro cántaros. En muchas casas del pueblo había pozo en el corral, o compartido con los vecinos lindantes. Pero esta agua no servía para beber, solamente para lavarse o fregar.
Para lavar, también teníamos que ir a la fuente con la ropa en un cesto de mimbre, bajábamos andando y a veces ya se tendía allí la ropa para subirla seca.
También se divertirían
En las fiestas del pueblo había baile. Una vez, en la fiesta de San Victorián, vino la orquesta Farrés de 12 músicos. Lo mismo la Torrás, para la fiesta de San Gregorio y con 9 músicos. A San Gregorio, se iba en romería tanto el 9 de mayo como en marzo. Después de la guerra, había orquesta en el pueblo con seis músicos (Francisco el de Pedrín, Paco el de Mancho, Blasito Pallás, etc). Y había baile todos los domingos. Y años más tarde vino el cine.
Me hice novia con mi marido, Manolo. Él vivía en Monte Odina y subía a Berbegal, a verme con la bicicleta. Fuimos novios 17 años, nos casamos y tuvimos dos hijos.
¿Cómo ha sido su vida?
Como la de cualquiera, con momentos duros. Pero he pedido a Dios fuerza para seguir y así me lo ha concedido.