La satisfacción se palpaba en el ambiente el pasado martes, mientras el consejero de Agricultura del Gobierno de Aragón firmaba el documento que permite que el aceite del Somontano de la próxima temporada salga al mercado nacional bajo el paraguas de protección de una Denominación de Origen.
No se trata solo de aplicar un nombre común al buen hacer de las almazaras del Somontano. Conseguir la DO (oficialmente deberá dar el visto bueno la Comisión Europea) implica reconocer la calidad de uno de los productos agroalimentarios más significativos de esta tierra. De la comarca y más allá, puesto que la futura Denominación de Origen albergará los olivos de 42 municipios, adentrándose en Sobrarbe, Ribagorza y Monegros.
Y si algo distingue al nuevo Aceite del Somontano es la multitud de variedades autóctonas y locales que se cultivan en este amplio territorio. 17, en concreto. Con estos mimbres, y más de una década de trabajo, nuestra comarca ya puede presumir de dos Denominaciones de Origen Protegidas. Y la del vino puede ser un buen espejo en el que mirarse.
Ahora cabe esperar recoger los beneficios de este paso para el aceite del Somontano, perseguido desde hace más de una década. Beneficios como la posibilidad de promoción conjunta que redunde en mayores ventas para las almazaras del territorio.
Más allá de la importancia de este rédito económico, habrá que pensar en las posibilidades de desarrollo del sector. La DO del Aceite del Somontano podría constituirse en motor para animar a renovar cultivos antiguos. También para que se rejuvenezca la generación de agricultores dedicada al olivo, con la posibilidad de asentarse en nuestro territorio. No habría que desdeñar ninguna opción. Y menos ahora. En un momento en el que la nueva DO da sus primeros pasos, la estrategia debe quedar bien definida.