¿En qué Navidad estamos? En una que hay que cuidar de manera especial y en una que tendría que tener un compromiso final. Las cosas importantes, y la Navidad lo es, se cuidan y tratando de que mejoren. Podríamos decir lo mismo del amor, la libertad o la esperanza. Cosas estas, por lo demás, muy relacionadas con la Navidad.
Hay que cuidar la Navidad buscando lo esencial. No valen los sucedáneos. ¿Habremos perdido el tren de la Navidad porque de ella queda sólo la palabra, si queda? Que ya vienen los que hablan de fiestas y ahí se quedan. El primer cuidado es que las palabras no nieguen la vida sino que la expresen. Por más que se anuncie la Navidad, y se anuncia ya muy adelantadamente, la Navidad esencial no llega así. El tren que hemos podido perder es el de la fraternidad, y cuidar la fraternidad es esencial para celebrar bien la Navidad. La fraternidad nace cuando hay verdad compartida, sentido de igualdad en dignidad y derechos, renuncia a toda clase de poder y compromiso concreto de hacerla entre todos. Una fraternidad sólo nace y crece en una sociedad limpia, sin corrupciones, y hay mucho que cuidar para evitar tanta suciedad social.
Hoy, la sociedad y cualquier grupo que quiera avanzar, necesita líderes y éstos no se fabrican en serie: se descubren y se disciernen en la sociedad o en el grupo. También la Navidad necesita líderes que sepan vivir, no sólo hablar, de acuerdo con los valores de la Navidad: humildad, pobreza, donación gratuita, libertad de vida para entregarla. ¡Casi nada! No se encuentran fácilmente estos valores en los manuales al uso de determinados líderes. Hay que cuidar los valores propios de la Navidad. Conocer el manual de la Navidad esencial no es tan difícil. Lo difícil es vivir según sus valores y para eso hay que procurar tener líderes que sean profetas de la verdad y de la justicia en nuestro tiempo. Estos líderes suelen desestabilizar la sociedad, con su manera de vivir, y no están bien vistos, y hasta son rechazados, por los que quieren vivir según “lo políticamente correcto”. Pero a estos profetas los necesitamos.
El compromiso, después de estos cuidados, es negarse al silencio delante del mal, negarse a seguir diciendo que las cosas son así y no se pueden cambiar, pensar que todo vale y da lo mismo una cosa que otra. La Navidad esencial dice y anuncia otras cosas. La Navidad es lo que es en su esencial verdad y celebrar otra cosa es, justamente, lo que no hay que hacer.