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Antonio Gascón Ricao: «Muchas historias familiares se guardan en cajas de zapatos»

El escritor e historiador de origen zaragozano visitó Barbastro para presentar su nuevo libro en el que reúne el diario del alférez Jaime Renobell Villanueva, hasta ahora inédito

Antonio Gascón Ricao en la presentación del libro en Barbastro. Foto: Antonio Raya
Cristina Lanau Carpi Lanau Carpi
09 abril 2025

Antonio Gascón lleva más de media vida investigando la historia, sobre todo la centrada en la Guerra Civil en el Pirineo. Y más la de un suceso en concreto, la Bolsa de Bielsa. A día de hoy, considera que «en este país la historia de la Guerra Civil todavía está por escribir». 

Su nuevo libro nace de una historia inédita. 

En el Museo de Bielsa vi la fotografía de la portada de unas memorias y su primera página. En ella, el dueño del diario, Jaime Renobell Villanueva, explicaba su procedencia, Cataluña, y su familia. Por lo que decidí buscar en Barcelona y encontré una tienda relacionada con ese nombre. Fui y me encontré a su nieto. Dos días más tarde quedé con dos de las hijas del protagonista, quienes me prestaron el diario y unas fotografías.

¿Qué contienen las memorias? 

Renobell era un alférez republicano de artillería que terminó en la Bolsa de Bielsa con su batería. El hombre va apuntando, desde el primer día que abandona su casa, los sitios por donde pasa y todo lo que ve. Además, se nota que era un hombre con estudios y metódico. También narra, por ejemplo, cuándo ellos atacan al enemigo y éste les responde. Pero sin acritud con nadie; solo explica lo que sucede. 

Con estas memorias ves la guerra en directo porque describe hasta el tiempo que hacía, el hambre que pasaba, la distancia a la que caían las bombas…

Gracias a este documento incluso ha confirmado sospechas sobre este suceso. 

En la Bolsa de Bielsa siempre se ha dicho que los franquistas nunca bombardearon con aviones. Y Renobell, en sus memorias, cita los días que aparecen los aviones, desde cazas a bombarderos. Por lo que se hunde toda la historia. 

Además, su padre también participó en la Bolsa de Bielsa.

Efectivamente. De hecho, Renobell explica que la batería se encontraba en la carretera de Bielsa, apuntando hacia la entrada del valle. Y mi padre, que formaba parte de una unidad de infantería, se encontraba detrás de él. Por lo que aparecen historias que mi padre me explicaba. Es una coincidencia. Existen aspectos de esos combates en los que se aprecia que hablan de la misma historia. 

Continúa investigando y con ello, descubriendo más. 

Durante estos años he estudiado mucho sobre la Bolsa de Bielsa. Por lo que en este libro complemento las memorias con mis propias investigaciones. 

Otra de las preguntas que quedaban sin resolver se centraba en si existió o no un aeropuerto en el valle para bombardear a los nacionales. Y gracias a la investigación han aparecido pruebas de que sí lo hizo, con foto incluida. Se encontraba en Pineta, en un campo habilitado para ello. 

Queda mucho por indagar.

Yo también he investigado mucho sobre Beltrán, L’esquinazau, quien estuvo al frente de la 43.ª División. 

En el documento de retirada de la Bolsa de Bielsa, explica su historia y la de otra división que iba con ellos, pero que huyó por el Valle de Arán. Nadie se ha preocupado por saber qué sucedió con ellos. 

Otro ejemplo. A muchos de los soldados heridos los pasaban por la frontera hasta los pueblos de Francia. Y muchos de ellos, fallecían al llegar. ¿Dónde se encuentran enterrados? Relacionado con esto, se tiene conocimiento de que murieron muchos soldados, pero no de dónde se sepultaron. 

También ha aprendido más sobre el ambiente de esta batalla.

Beltrán, en cuanto retrocedió hasta Bielsa, evacuó a sus habitantes. Cuando comienza una guerra, la población civil sobra porque produce más problemas. 

Al romperse la retaguardia, no disponían ni de comida, medicamentos ni munición. Preventivamente, conforme se retiraban hacia Bielsa, recogían el ganado para comer. Y cuando se sucedían ataques, después entraba un grupo de recuperación a buscar munición, todo lo que sirviera. 

Y el frío… Había compañeros de mi padre que no tenían botas e iban con alpargatas de esparto. 

Escribe para dejar constancia de la historia.

Llevo desde 1981 haciendo memoria histórica. Escribo porque quiero dejar constancia de lo que ha pasado, además con documentación. Busco embarcar a la gente a que continúe lo que he empezado.

Quitar una placa de una calle no es memoria histórica. Lo que no queda en las bibliotecas o en Internet, no existe. Yo con 75 años todavía tengo curiosidad y, sin embargo, muchos jóvenes no. ¿Qué sucedió en el pasado? A mí me interesa. Todas las familias tenemos algo. Y eso no se puede olvidar. Muchas historias familiares se guardan en cajas de zapatos.

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