Uno de los protagonistas del día fue Ángel Noguero, director del Museo Diocesano de Barbastro-Monzón, que, junto a la subdirectora María Puértolas, y la restauradora Sheila Ayerbe, guiaron las visitas a quienes se acercaron a la inauguración del pasado martes. 

Para Noguero, la jornada fue de “satisfacción personal”, pero también “satisfacción general de la Diócesis por haber creído en una idea y haber seguido luchando por ella”. De hecho, el director del museo cita el pasado 21 de diciembre como “uno de los días festivos que podemos marcar en nuestro calendario”. Y es que la reapertura del museo se ha sumado al undécimo aniversario que se celebró la semana pasada. Y lo ha hecho con las piezas que “algunos, yo entre ellos, pensaban que no volverían nunca”.

Para Ángel Noguero, la vuelta de estas piezas era algo en lo que la política y la gente estaban de acuerdo y muestra su orgullo por poder enseñarlas. “El Museo nos hace a todos más aragoneses, porque formamos una piña. Y estamos orgullosos de poderlos enseñar”, añadía.

Nuevo discurso 

Con las piezas llegadas de Lérida ya incorporadas a la colección, se completa el discursos museográfico previsto cuando el Museo Diocesano abrió sus puertas en 2010. Noguero explica que con las nuevas incorporaciones queda completo el ciclo del románico, el gótico internacional de primera y segunda etapa (en la primera planta del museo) y un gótico más avanzado (ya en la tercera planta). De esta manera, “un museo como el nuestro puede convertirse en especializado en el gótico”, concluía Noguero.