Estamos encarando el fin del curso escolar y llega el momento, para los alumnos, de elegir el itinerario que seguirán al año que viene. Seguir con la Secundaria o el Bachillerato u optar por un grado de Formación Profesional son las ramas que sustentarán el futuro laboral de centenares de jóvenes adolescentes.
En los últimos tiempos, desde los foros empresariales, cada vez se alzan más voces reclamando la conexión entre formación y empleo. La primera no se corresponde con los perfiles demandados por las empresas. Lo constatan los ‘Diálogos sobre el mercado laboral’ que organizan la UNED de Barbastro y el Foro B21.
Y parece que la Administración lo sabe. Hace unos meses, dos consejeros (Economía y Educación) del Gobierno de Aragón se reunieron con empresarios de Somontano, Cinca Medio y Litera para pulsar sus necesidades.
De hecho, los empresarios lo repiten cada vez que se les pregunta. Como ocurrió el pasado viernes en el desayuno organizado por la Asociación de Mujeres Empresarias (AMEPHU). Se hablaba de logística, pero se terminó hablando de que faltan alumnos de FP y de que no hay relevo generacional.
Así que algo no se debe estar haciendo bien. Sectores pujantes en nuestro territorio, como el siderúrgico o el agroalimentario no atraen a los jóvenes estudiantes. Desde el instituto Martínez Vargas lanzan un SOS, pues no parece que vayan a cubrir la oferta de plazas de su grado medio de ‘Elaboración de productos alimenticios’. Y eso que hay empresas que valoran esta formación, como pueden leer en las páginas de este número.
¿Conocen estos jóvenes la realidad del mercado laboral de su entorno? ¿Tienen idealizado lo que puede ser su futuro a nivel de trabajo? Quizás lo que falte es hablar también con ellos. Acercarse a los colegios e institutos y preguntarles qué saben y qué quieren.