Ahora y siempre
Ángel Pérez Pueyo Obispo de Barbastro
Ahora y siempre

Abuelos: catedráticos de la ternura

Ángel Pérez Pueyo Obispo de Barbastro
08 octubre 2023

No me cansaré de insistir en que la familia, sobre todo en el contexto actual, es el valor más seguro. Pero a la familia hay que cuidarla conscientes de la situación social, cultural y religiosa que vive nuestro pueblo.

Y siguiendo al papa Francisco sentimos la necesidad de salir de las inercias del “siempre se ha hecho así” y de los espacios de confort y queremos impulsar una renovación pastoral, personal y comunitaria de nuestra Diócesis desde una opción misionera que lo transforme todo –costumbres, estilos, horarios, lenguaje, estructura eclesial– y se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual. Un mundo actual que nos presenta nuevos desafíos que no podemos ignorar.

El pasado 30 de septiembre, como integrante de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, participé en Madrid en el primer encuentro de agentes de pastoral de las personas mayores. Todos coincidimos en la necesidad de interactuar con el deseo de poder coordinar todas las acciones y formar equipo de voluntarios con la pastoral del papa Francisco y que la Conferencia Episcopal ha convertido en las orientaciones del documento “La ancianidad, riqueza de frutos y bendiciones”.

Considero un acierto haber promovido esta jornada de trabajo que nos permitió el intercambio de experiencias ante un reto común. En nuestro caso, una diócesis envejecida y rural, les compartí, como novedoso para todos, el trabajo que nuestros animadores de la Comunidad están realizando, visitando esos municipios más envejecidos y despoblados, sin olvidarse de ninguno, y ofreciéndoles el Pan de la palabra, de la eucaristía y de la ternura de Dios.

Los abuelos tienen en la familia su vocación y misión específica: ser, en esta jungla en la que hemos convertido el mundo, ternura de Dios que humaniza y dignifica a cada persona; ternura de Dios que transforma el entorno en un lugar más habitable. Si, como dice Dostoyevski, al mundo lo salvará la ternura, tenemos la suerte de contar con unos auténticos catedráticos de la ternura: nuestros abuelos.

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