María Antonia Puyuelo abrió las puertas de su negocio en Berbegal en 1991. En aquellos años el comercio de esta localidad lo formaban tres carnicerías y cuatro tiendas. Hoy, 31 años después solo queda ella y en su establecimiento ofrece ambos servicios. “El futuro lo veo negro. En cinco años no habrá tienda” afirma rotunda y sin aplicar paños calientes. Los motivos son diversos pero, sobre todo, para Puyuelo pesa la despoblación. Cuando sus hijos acudían al colegio-nos cuenta-, Berbegal contaba con cuatro aulas, ahora, sobrevive una.
“Berbegal, además, por su situación orográfica tiene muy difícil crecer urbanísticamente. Existen un gran número de casas cerradas, pero ni se venden, ni se alquilan. Así que cada vez somos menos vecinos. Y luego también se compra fuera. A mí me queda poco para retirarme y estoy decidida a seguir, sobre todo, por dar servicio y por gratitud y deber hacia mis clientes”, explica.
María Antonia habla de aguantar, como otros muchos autónomos. Además, estos establecimientos han visto cómo se han ido reduciendo sus márgenes de beneficio y el negocio ha mermado. “Si Dios quiere, yo aguantaré. Estoy encantada y agradecida con la gente, con los clientes. Los de Berbegal y quienes vienen de Lagunarrota y Laluenga y comentan que no sabemos lo que tenemos por disponer de tienda. Cierto, pero el negocio ya no es el mismo y sólo con la tienda… no sé si una familia llegaría a fin de mes”. Junto a ella trabaja su hijo, quien estudió su carrera, y por ahora ha optado por ayudar, pero según comenta su madre todavía no ha decidido si continuar o no.