Pena y agradecimiento siento al leer el próximo cese de actividad de Albert&Artero, tras casi dos siglos de existencia y que desde su inicio en 1843 constituye una seña de la identidad de Barbastro, de servicio a la ciudad y a la comarca y poblaciones cercanas.
Así lo han comunicado a la opinión pública los hermanos Lourdes, Francisco y Enrique, con Concepción Abadías, señalando la falta de “sucesión viable”, los pasos hasta el cese previsto para mediados de junio, junto al deseo de que este momento “no hubiera llegado nunca”. Palabras que recogía Ángel Huguet en el Diario del Aragón del sábado y domingo pasados, que completaba la información con un editorial.
Me parece una pérdida para todos, conscientes de la importancia de una marca que supone calidad, trato cercano y profesionalidad. Pierde Barbastro y perdemos y lo sentimos todos, con la familia propietaria, sus empleados y clientes.
He sido –como tantos– cliente de Casa Artero y me honra la amistad con Enrique, cuando coincidimos en El Cruzado. Formaba parte del Patronato y tenía una visión amplia y serena de la realidad que lo capacitaba para deshacer nudos o templar enfados.
Obviamente Enrique no es el tema, pero quería escribir esto. Desde ese criterio y cabeza bien amueblada se entiende la apasionante historia que para la comunidad autónoma tienen establecimientos como Albert&Artero, ejemplo de promotores que contribuyen al crecimiento de todos.
El Cruzado Aragonés entregó su Almendra de Oro 2023 a Albert&Artero. Así lo decidió el Patronato, dando su “reconocimiento al valor social de una empresa familiar que ha pervivido adaptándose al transcurso de los años, fiel a su vocación de servicio y como uno de los símbolos del comercio local, seña de identidad de la ciudad de Barbastro”.
Se decía que la empresa, fundada en Barbastro en el año 1843 por Vicente Bosque Argueras, ha permanecido activa hasta nuestros días, con tres características muy singulares: Se ha mantenido en manos de la misma familia, ya que los titulares actuales son tataranietos del primer titular; la actividad sigue siendo la venta al por mayor y menor de artículos, con preferencia de textiles y de mercería; y, durante su larga trayectoria, siempre ha permanecido ubicada en el mismo lugar, en la calle General Ricardos, donde es conocida popularmente, como “Casa Artero”.
Esta empresa familiar encarna la historia de Barbastro y su identidad como ciudad comercial, con muchos años de trabajo, como también apreciamos en otras empresas locales centenarias. El comercio local es fiel a sus clientes, a los que sirve con seriedad y responsabilidad, y se enfrenta a un buen número de dificultades.
La falta de un relevo generacional y de profesionales, el modelo de negocio, las nuevas formas de comercio o las grandes superficies son retos que amenazan y que requieren una reflexión y colaboración de las instituciones, de forma que resulte rentable y atractivo permanecer en estos comercios y liderarlos. Ojalá perviva este tejido empresarial que da vida a tantas familias y que no falten manos y talento para hacerlo siempre viable.