Daniel Vera, artista multidisciplinar, tiene el corazón dividido entre Barbastro y Monzón. Nació en la capital del Somontano, donde vivió hasta los siete años, cuando se mudó a Monzón. Estudió Bellas Artes en la facultad de Teruel de la Universidad de Zaragoza y cuenta con formación en ilustración, pintura mural y grafiti. Su arte, muy ligado a la famosa inteligencia artificial, cada vez adquiere más popularidad.
Hablemos de sus inicios en el arte.
En mi adolescencia la vertiente artística de moda entre los jóvenes se trataba del grafiti. Por lo que yo también me uní y, poco a poco, intenté hacer proyectos más elaborados y ambiciosos.
Pero la pasión ya venía de antes.
Cuando era un chaval me entretenía dibujando. Mi tío también pinta figuras en miniatura, por lo que se juntó todo. El afán por dibujar y la referencia al arte tan próxima.
¿Se siente cómodo en el grafiti?
Empecé a pintar con los grafitis y murales y no con la pintura de lienzo. A veces casi supone más reto trabajar en un lienzo ‘normal’ cuando tienes muchas herramientas que pintar en grandes formatos. Me he adaptado a ese medio.
¿Conlleva mucha dificultad pintar en paredes de grandes dimensiones?
Trabajo sin encajar la imagen, o con muchos efectos ópticos, como la anamorfosis o el trampantojo. Se basa más en observar desde lejos y ponerse en la piel del espectador. Consiste en ir observando, revisar los fallos y retocar sobre la marcha.
Antes se desvalorizaba mucho a la pintura mural.
Hace quince años no existían tantas oportunidades de hacer trabajos más valorados, la gente desconfiaba más. Ahora el público lo acepta mejor y lo valoran más. Incluso surgen más festivales, o Ayuntamientos o entidades privadas recurren a la pintura mural para mejorar algunos espacios.
¿Cómo organiza su trabajo?
Ya no trabajo casi por cuenta propia. La gran mayoría de trabajos se trata de encargos. El resto de mi tiempo libre lo dedico a pintar cuadros, buscar proyectos o presentarme a concursos o festivales. Tiene la misma importancia que te llamen, como llamar tú a las puertas.
A veces también pinta murales callejeros no remunerados.
Tengo mis espacios y cuando quiero hacer algún trabajo más personal, lo hago allí. Y si no dispongo de un espacio, pinto en cuadros. Suele tratarse de lugares abandonados o, por ejemplo, en Monzón legalizaron algunas paredes.
Las calles de Barbastro aún no conocen su arte.
En Barbastro todavía no he tenido la oportunidad de llevar nada a cabo, aunque me encantaría.
Algunas de sus obras acaban desapareciendo.
Algunas obras son efímeras, pero por suerte ahora la gran mayoría de los trabajos profesionales se conservan. Pero la calle es un espacio público y todo el mundo puede llevar a cabo actividades allí. En muchos lugares ya eres consciente de que esa obra va a desaparecer.
¿No le da pena?
Los artistas siempre nos encontramos creando y al final siempre queda algo por venir. Me da más pena por el público, que no podrá verlo, que por mí. Al fin y al cabo, la semana que viene volveré a pintar.
Busca inspiración en su entorno más cercano.
Empecé a pintar en los pantanos de la zona como El Grado o Barasona. Así como en los pueblos de alrededor de Monzón. Poco a poco ya he interiorizado la paleta de colores de la zona.
Comenzó pintando en pueblos.
Me gusta mucho trabajar en sitios rurales porque el público igual no es tan cercano al arte, o no tan accesible, y la gente agradece mucho tu trabajo.
Realizó el mural de la bodega Enate en 24 horas.
Cierto, aunque no me gusta trabajar con tanta presión, pero esta oportunidad surgió así y me enteré varios días antes de la inauguración. Tuve la suerte de que siempre dispongo de obras o recursos preparados para momentos así.
Trabaja mucho con la inteligencia artificial.
Hace casi tres años que trabajo con inteligencia artificial. Se trata de paisajes que he creado con un algoritmo. Pueden parecer familiares, pero no existe ninguno. Los modifico y altero para que se aproxime lo máximo posible a la idea de mi cabeza, de lo que quiero mostrar. A su vez, en el momento en el que plasmas esa idea a la pared, el artista va modificando cosas.
Este modo de trabajo cada vez gana más popularidad.
Al comienzo los pintores trabajaban con modelos, después, desde el siglo 18 trabajaban con fotografías. Ahora con Internet las referencias son muchas y muy similares. De hecho, muchos artistas incluso tienen las mismas referencias, se nota en sus obras.
Buscaba cómo tener nuevas referencias o fotografías que nadie tuviese. De esa manera, garantizaba que se trataba de una obra mía o que no vas a encontrar nada igual en Internet, o en otra obra, o en otro tatuaje…
Me inspiro con las imágenes de Internet, como lugar en el que fijarme para hacer las obras. Pero luego utilizando la inteligencia artifical y el Photoshop, lo modifico y edito hasta lograr la imagen que yo quiero. Es decir, en vez de viajar a Costa Rica para hacerle la foto a una selva tropical, con este programa busco la imagen que quiero a base de variaciones.