Barbastro

Miguel Ángel Almanzor: «Apostar por alimentos locales y autóctonos no resulta un tema baladí»

La dieta mediterránea desaparece de la cocina. Por causas complejas cada vez comemos peor y menos variado. Slow Food nos recuerda el valor de los alimentos producidos en nuestra tierra

Slow Food
Almanzor es ganadero, agricultor y vecino de Hoz de Barbastro. Además de miembro de Slow Food Huesca. Foto: L.G.
Lola Gª Casanova
31 enero 2024

De carne, el pollo y del pollo, sólo la pechuga. Del pescado, varitas rebozadas ultracongeladas de ¿merluza? Fruta, bananas. Algunos alimentos y algunas recetas han logrado unos niveles de universalidad tal que es posible comer lo mismo en muchas partes. Frente a esta uniformidad, nace Slow Food.

¿De dónde viene Slow Food? 

El movimiento nació en Italia en 1986. La apertura de un restaurante de una cadena de comida rápida cerca de la plaza de España supone un punto de inflexión y convence a los fundadores de que era el momento de actuar.

Actuar, ¿cómo?

Nosotros hablamos de un alimento bueno, justo y limpio. Ante todo, deseamos potenciar y preservar la variedad de alimentos locales. De cuidar a los pequeños y medianos productores que lo hacen bien. 

No sólo vale ser cercano, sino cómo trabajas. Cuidando la alimentación de los animales, cómo los tratamos o cómo cultivamos el campo y los huertos. Slow Food habla de alimentos cercanos y de su calidad.

O sea, que abogan por volver al mercado y conocer al productor.

Eso sería lo ideal. No obstante, sabemos que puede resultar muy complicado. Sobre todo para quienes viven en las ciudades y porque somos muchos millones de personas en el mundo. Pero, dentro de lo que cabe, nosotros ponemos de nuestra parte para preservar la cultura alimentaria local, defender el sabor, la variedad de alimentos, recetas  de siempre y a los pequeños productores. 

En Francia los pequeños productores pueden vender de forma directa. No así en España, ¿por qué?

Existen muchas cosas que los gobernantes podrían hacer. 

En Francia, elaboras queso, miel, mermeladas… y las vendes en tu casa. Aquí todo resulta muchísimo más complicado, caro, con una normativa que asfixia. No lo entiendo porque los dos somos Unión Europea, ¿no? Y ellos sí y aquí no. Se trata de decisiones políticas. Mucho hablar del medio rural y de fijar población, pero luego la legislación sólo piensa en los grandes. 

La Agenda 2030 tampoco ayuda. No defiende los intereses de los pequeños. Basta hablar con los agricultores y los ganaderos  para conocer las trabas, muchas absurdas, a las que deben hacer frente. 

En este tema recomiendo un documental “Yerma 2030: la españa vaciLada” de Miguel Rix.

Menciona al colegio de Aínsa como un ejemplo a seguir. 

El comedor del centro de Infantil y Primaria Asunción Pañart en Aínsa representa los valores que defendemos. Ellos, todo lo que pueden lo compran a productores locales y en muchos casos en ecológico. ¿Por qué no existen más comedores que sigan este camino? En el colegio de Aínsa, a la vez potencian la economía local y educan a los niños. La educación es clave. 

¿También a los adultos? 

Desde Slow Food creemos que educar e informar son factores clave. En estos momentos, la alimentación tiende hacia la uniformidad. Pero no se trata sólo de que no sepamos guisar un pollo sino que, bajo la aparente variedad de alimentos del supermercado, en el fondo unas pocas corporaciones multinacionales o cadenas de distribución controlan la gran mayoría de alimentos del mundo. Si se incentivase ir al mercado, se iría. En Francia no han dejado de acudir.

Resulta chocante que cada vez comamos lo mismo, además en una provincia como Huesca.

Nuestro territorio ofrece una enorme variedad de alimentos: vino, yogures, cordero, vacuno, frutas como las manzanas de montaña, legumbres, aceite, hortalizas… Si apostamos por lo de aquí, el productor se podrá quedar a vivir en el pueblo.

Ahora las etiquetas de muchos productos cárnicos lucen el sello “welfare”. ¿Nos fiamos?

Ja, ja. Mucha normativa de bienestar incluye aspectos disparatados mientras que apenas entran en lo importante como la alimentación del ganado. 

A mí me llama la atención también el transporte de animales, que al cordero le afecta muchísimo. En Galicia, desde 2023, funciona un servicio de matadero móvil para el sacrificio de ovejas, cabras y cerdos. Se optimizan las explotaciones, reduce costes y mejora la calidad de la carne y el bienestar animal. Si se ha hecho en Galicia pienso que se podría hacer en más comunidades.

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